Hasta el tuétano

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Por: Miguel Gómez Martínez


Algunos dirán que es producto de los medios que no entienden la maravilla en el que vivimos. Otros que es culpa del uribismo por atacar al premio Nobel. No falta el que piensa que es una estrategia de la guerrilla para presionar a Santos y obligarlo a entregar lo poco que queda. Incluso algunos creen que la salida de Clara López está relacionada con la gran agitación social y sindical.

La verdad es que lo que existe en Colombia es una enorme inconformidad. Los colombianos están hartos de casi todo. Están hastiados de la clase política corrupta que se ha enseñoreado en este gobierno de la mermelada. Están cansados de las promesas incumplidas de los ministros que aparecen un día y creen que basta con una rueda de prensa para que los problemas se resuelvan. Aburridos están del centralismo mental del gobierno que considera que todo lo que sucede por fuera de Bogotá y La Habana es sin importancia.

La credibilidad de las instituciones está en su nivel más bajo. La justicia desapareció y parece sólo preocuparse de los casos que hacen titulares. Las Fuerzas Militares perdieron el prestigio que hace algunos años gozaban. Es evidente que no tienen capacidad operacional y su liderazgo está desprestigiado. La Policía, muy salpicada por los escándalos, está arrinconada por la criminalidad que ahora se atreve a atentar contra ellos en total impunidad. La prensa, comprometida hasta el tuétano con el gobierno, ya no controla la opinión que se apoya en los medios de comunicación alternativos y redes sociales para recibir información.

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Hay una gran pesimismo que sumado a los malos resultados económicos se transforma en ansiedad. Las instituciones, en lugar de transmitir confianza y seguridad, producen sospecha. El caso Odebrecht o el de Reficar no avanzan porque a los poderosos no les interesa. La justicia se pliega y dilata a pesar de las claras evidencias existentes. Los cultivos de coca crecen desmedidamente mientras el gobierno es incapaz de garantizar el orden en las zonas de las Farc como lo confirman las investigaciones de la prensa.

Ante este panorama no es de extrañar el inconformismo social. Unos como los chocoanos tienen razón de estar cansados de las mentiras y el olvido. Otros como los maestros, los taxistas o los guardianes no entienden por qué hay plata para todo salvo para atender sus reclamos salariales. Y está Buenaventura donde se conjugan todos los males posibles.

El país se cansó del mal gobierno. Así de simple.

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