La corrupción continúa

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Por: Cecilia López Montaño


Dos ex alcaldes de Barranquilla a la cárcel y la suspensión por tres meses del alcalde de Cartagena no es suficiente para producir alivio entre quienes ven en la corrupción de la Región Caribe uno de sus grandes problemas. Menos aún cuando se está ad portas de conocer los resultados de la ‘Operación Lezo’, que mostrará sus tentáculos en Barranquilla. Algunos de sus líderes políticos y empresariales van a verse sometidos, no al juicio local que ya ha demostrado no ser objetivo, sino a una llave entre la justicia española y la colombiana. En el caso del ‘Carrusel de la contratación’ en Bogotá y del mismo Interbolsa, que ha involucrado a miembros de la sociedad costeña, ha sido evidente que la sanción social o no existe o es muy débil cuando se pertenece a la élite.

No sería justo dejar de reconocer que estamos enfrentados a un problema nacional, pero eso no debe minimizar lo que sucede en la Región Caribe, porque la corrupción continúa. Por ello es necesario reconocer la penosa posición de Colombia con respecto a América Latina y al mundo en general. Esto, para que Barranquilla no quede feliz con la posición que obtuvo en los análisis de Transparencia. Recuerden que en tierra de ciegos el tuerto es rey.

No se puede seguir con la ingenua premisa que usan muchos: la corrupción en este momento sale a flote simplemente porque se denuncia y se castiga más. La realidad es que estamos pasando por una grave crisis en el país. Según Transparencia Internacional no hay ningún país latinoamericano entre los menos corruptos, lista que encabezan Nueva Zelanda y Dinamarca. Pero sí hay uno entre los más corruptos: Venezuela. Además, al que mejor le va es a Uruguay, puesto 21, y sorpréndanse, Colombia está en la séptima posición en la región y en el número 90 a nivel mundial, entre 176 países. Mal, muy mal.

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Tres elementos deben destacarse en nuestro país aplicables a la Región Caribe: el primero es que las élites pública y privada lideran los mayores escándalos con recursos públicos y con dinero privado, como el caso de Interbolsa. La corrupción no se está presentado solamente en el sector público, también en el sector privado, y la verdad es que se extiende a todos los sectores de la sociedad, nadie se salva.

Segundo, la inversión extranjera, lejos de depurar nuestras costumbres, se aprovecha de nuestras malas prácticas y hace de las suyas en nuestro país con ayuda de nacionales. La ‘Operación Lezo’ es un ejemplo que se da en nuestra región. Tercero, la corrupción política es la madre de toda la corrupción en Colombia, y en eso la Región Caribe puede dar cátedra.

Soluciones mágicas no hay, pero para empezar no seamos condescendientes con este tipo de actos. No se puede admitir que si un mandatario roba y hace obras es un avance y debe aceptarse como un mal necesario, como se opina en algunos municipios. Usar recursos públicos para hacer negocios que generen beneficios personales es un delito, y punto.

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