Todos contra la inseguridad

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Partiendo de una realidad lamentable para el país, que es aceptar que no se cuenta con un sistema judicial fuerte, ejemplar y que sancione eficazmente a quienes no cumplen las leyes, nace la necesidad de afrontar con lo poco que hay un cáncer llamado inseguridad.

La manera de combatir este fenómeno tiene muchas concepciones, todas respetables pero unas más eficaces que otras, según resultados comprobados s través de los años. Una de ellas es no invertir grandes sumas en seguridad, sino en educación, cultura y programas sociales, pues para algunos la falta de estos aspectos es la que genera la delincuencia en las ciudades. Para otros, existe el convencimiento decidido en que la forma de encarar el problema es con más pie de fuerza, más inversión en seguridad y medidas drásticas en contra de la delincuencia. Una última es la forma de atacar por lado y lado el fenómeno, cortando por arriba a los que no tienen solución y sacando los de la pirámide que aún se pueden salvar.

La semana pasada el Alcalde de Medellín le pedía al gobierno nacional “más dientes” para combatir la delincuencia. Gutierrez seguramente se dio cuenta que a pesar de todos los esfuerzos que se haga, es muy difícil que casos de robo, extorsión e incluso homicidio no queden en la impunidad.

Todas las ciudades de Colombia padecen este flagelo que se ilustra en un círculo vicioso. No hay cárceles nuevas, no hay cupos en las viejas, la policía no tiene una protección jurídica importante y garantistas, además de la corriente congestión que vive la justicia Colombiana. Todo lo anterior parece no estar en la agenda del gobierno, pues la atención ha sido nula y han preferido omitir este grave problema y seguir como si nada.

¿Cómo se le pide resultados a la policia, si el sistema judicial de Colombia no funciona?. Se volvió normal que un uniformado capture al mismo delincuente cada semana, casi un acto circense se volvió el capturar a delincuentes. Los últimos saben que tienen más garantías que el primero, y en tal virtud aprovechan esta situación.

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Todos contra la inseguridad es un llamado integral, donde buscamos invitar a todas las personas a que cooperen con las instituciones oficiales, de manera que generemos una articulación eficiente para combatir la ilegalidad. Entendemos de la desconfianza que se pueda tener y no es para menor. Ver noticias a diario donde policías salen coludidos con el crimen, como quedan libres los delincuentes y ver los procesos judiciales estancados, no generan el mejor ambiente para efectivamente colaborar.

La responsabilidad de hacer segura una ciudad o un departamento no puede ser sola de sus gobernantes. Somos más los legales que los ilegales, y en tal virtud se necesita que la cooperación aumente, al igual manera que la policía mejore sus procesos de inteligencia, prevención y reacción.

Un delincuente se puede distinguir a simple vista y así lo saben muchas personas. Miles de ciudadanos expresan a diario su preocupación en vídeos, fotos y relatos por la inseguridad creciente en ciudades como; Medellín, Cali, Bogotá, Barranquilla y Cartagena.

Todos saben dónde está el expendio de vicio, donde vive el ladrón, el que cobra la extorsión y otros lamentables protagonistas del accionar delincuencial que azota Colombia. Se tiene que romper ese miedo a la denuncia y el estado tiene que garantizar que ejercerá un papel ejemplar, protegiendo al legal y castigando al criminal.

La paciencia tiene un limite y ya parece que se rebosó la copa. Observar vídeos donde las personas toman justicia por cuenta propia no necesita explicaciones, más que confirmar que ya la gente no confía en el estado y son conscientes de que delinquir paga, y por eso nuestro país tiene gigantescos problemas de inseguridad.

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Es irónico y hasta cínico el llamado de las autoridades para que las personas no se tomen la justicia por cuenta propia, cuando ellos por dentro son conscientes y saben por qué ocurre eso, pero no hacen nada para mejorarlo.

Todos los Colombianos tenemos que exigir decididamente al gobierno nacional un cambio en las leyes urgente, donde sencillamente se castiguen con rigor los crímenes y cualquier tipo de violación a una ley, al mismo tiempo que se proteja y brinde garantías a los ciudadanos de bien y fuerza pública.

Se debe ir más allá de la discusión sobre cómo afrontar a la delincuencia. Si el país cuenta por primera vez con un sistema judicial sólido y justo, automáticamente tendremos sin lugar a duda una mejoría en los indicadores de seguridad en todas las ciudades.

El delincuente tiene que saber que si va a cometer un delito lo va a pagar y a un precio muy alto. El gobierno tiene que construir nuevas cárceles. La justicia necesita ser más eficiente, tener suficiente cantidad de jueces y agilizar de una vez por todas los miles de casos que tiene represados.

Hay una realidad y es que existen personas malas, que sencillamente quieren ver arder el mundo y no les importa absolutamente nada. También tenemos personas que sí han optado por el camino de la delincuencia, ante quizá una ausencia del estado.

Se tiene que cerrar ese tubo cancerígeno para Colombia. Sacar a los que están en la base, que aún se pueden salvar, y sencillamente a los que ya están dedicados a la delincuencia, meterlos a una cárcel o simplemente que corran con las consecuencias de cometer actos delictivos, que una de ellas puede ser la muerte.

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