Tragedias evitables

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Por: Cecilia López Montaño.

Por qué será que en Colombia se repiten cada vez más accidentes evitables, con causas en alguna medida predecibles? No se aceptan reglas mínimas para asegurar en mayor grado la seguridad ciudadana, ni por parte del Estado ni de los ciudadanos. El mundo vallenato llora inconsolablemente la muerte en uno de estos accidentes de Martín Elías, de solo 26 años, quien había logrado emocionar con su música a muchos seguidores de este género que hace vibrar al Caribe colombiano y a amplios sectores dentro y fuera del país. Es evidente que hay que esperar el fin de las investigaciones antes de dar un análisis final, pero solo al ver el diagrama de lo sucedido son evidentes varios hechos.

Primero, las altas velocidades en carreteras que están lejos de cumplir las reglas mínimas de seguridad vial.  Una cosa es manejar a 200 kilómetros por hora en Alemania y otra en nuestros remedos de grandes vías. Aun así, muchos han muerto por andar a esas velocidades; no es sino ver los accidentes en carreteras perfectas en donde se abusa de las reglas establecidas: no queda nadie ni nada. Sin ser experta en el tema, creo sinceramente que a pesar de los esfuerzos en infraestructura, estamos lejos de vías que permitan altos niveles de velocidad con cierto grado de seguridad. Lección ojalá aprendida.

Segundo, la imprudencia de las motos, y agregaría, de las bicicletas. En Bogotá, donde se ha vuelto ‘in’ usarlas como mecanismo de transporte, el peligro no son los carros –que por lo menos respetan los semáforos–. La verdadera amenaza para el transeúnte es la moto que aparece de sorpresa, a velocidades infinitas; o la bicicleta, cuyo conductor o conductora se cree el o la dueña del mundo y desconoce completamente las reglas mínimas, como no atravesar una calle cuando el semáforo está en rojo. Además, no son suficientes las ciclovías, sino que se han adueñado de los andenes. Si la moto no se hubiese salido de su carril…

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Tercero, el descuido por parte del Estado, nacional, regional y local de sus principales carreteras. En el caso de Martín Elías, no se debe quedar todo en que “su muerte era designio de Dios”, sino que algunas lecciones deben quedar. Estos accidentes tan terribles podrían evitarse. ¿A quién le pertenece la vía donde ocurrió este accidente?, ¿al Gobierno nacional, al departamental o al municipal? De nuevo, si ese hueco al borde de la carretera no hubiese estado allí…

Es conmovedor cómo la Región Caribe y sus miembros en todo el país se han conmovido por la muerte prematura de esta joven figura del folclor vallenato. Pero todas las manifestaciones de afecto no compensan la pérdida de una joven vida que se había destacado en su campo. Es un hecho irreparable que ojalá sirva para que se actúe de manera que estos accidentes evitables no se repitan.

A la juventud: ¡la velocidad no paga! A los conductores: ¡cumplan las reglas! Al Estado: ¡asuma sus responsabilidades!

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