Finsocial no fue ajeno a los retos que se afrontaron en el mundo durante 2022, sin embargo, a pesar de ello lograron superarlos positivamente dejando huella en familias, personas y comunidades. Su presidenta María Claudia García nos comparte el balance y el impacto logrado durante el año 2022.
Por: Maria Claudia García.
Dalai Lama decía que la raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud. Cuando sembramos una semilla y aramos la tierra, la regamos y la cuidamos con esmero muy seguramente veremos brotar una planta. Esa nueva vida que germina no es más que nuestra capacidad de accionar para hacer crecer nuestros sueños y trabajar para cumplir nuestros propósitos.
Hoy podemos decir con orgullo que así ha sido para nosotros el 2022, un año cargado de enormes desafíos, pero que nos ha permitido continuar creciendo y plantando nuestras raíces mientras cumplimos el fin social de servir a los demás. Por eso, para la Fundación Finsocial, este ha sido el año del agradecimiento.
En medio de un panorama de reactivación económica mundial, donde la incertidumbre, e incluso, asomos de recesión han hecho parte de la vida de miles de colombianos, nuestra Fundación Finsocial ha trabajado incansablemente para llevar esperanza a más de 300.000 hogares cada año.
Impactamos en cerca de 136.000 mujeres, 7.000 emprendedores, 38.000 niños y niñas, 11.000 adultos mayores, 1.500 personas privadas de la libertad, 3.200 docentes, 7.600 pensionados y muchas personas más que son nuestro motor para seguir llevando desarrollo a las comunidades de los 28 departamentos en los que tenemos presencia.
Hoy tenemos claro que no basta solo con ayudar a personas en condiciones vulnerables: es imprescindible, además, luchar para transformar sus mentes, empoderándolos financieramente, para que así logren ser productivos y alcanzar una mejor calidad de vida.
Ese “cambio de chip”, para reemplazar pensamientos de escasez y pobreza por pensamientos de abundancia, seguirá siendo nuestra bandera y gran reto en 2023, donde la prioridad continuará siendo brindar oportunidades de crecimiento y educación financiera que transformen la raíz, que impacten en la forma de concebir el mundo de futuros emprendedores, para que el suelo árido se vuelva tierra fértil y florezcan todos sus proyectos.
Leer también: Una gestión con las comunidades desde el territorio, no desde el escritorio