2023: el presupuesto que nunca se debatió; en ‘veremos’ la platica para Bogotá

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Vuelve y juega, el presupuesto para Bogotá en 2023 quedará nuevamente a disposición de la Administración Distrital, y rubros tan importantes como el de educación, seguridad y salud mental resultan de nuevo en el olvido.


Por: Gloria Díaz Martínez

Como es costumbre, semanas antes de que finalice el año, comienza toda una disputa por la repartición de la torta presupuestal en Bogotá. Para este 2023, el presupuesto es de nuevo el centro de la discusión a raíz de la dilación que se ha venido presentado desde el Cabildo Distrital para llegar a un acuerdo sobre los más de 31 billones de pesos que está solicitando la alcaldesa Claudia López para el funcionamiento de la ciudad el próximo año.

Sin duda, como concejal, son muchos los reparos que tengo en tanto a una serie de reducciones que se pretenden incluir en este presupuesto ante diferentes aspectos, por los que hemos venido trabajando durante los últimos años. Sin embargo, este año, ante la falta de tiempo para su discusión, vuelve y juega, el presupuesto para Bogotá quedará nuevamente a disposición de la Administración Distrital, y rubros tan importantes como el de educación, movilidad, seguridad y salud mental subsisten en el olvido.

Estamos hablando que de los 31,5 billones de pesos solicitados, $ 26,1 billones serían para inversión, $ 3,9 billones para funcionamiento y $ 1,6 billones para servicio de deuda. Pero, pese a que algunos montos resultan algo alentadores, a continuación le explico en detalle qué aspectos presentarán reducción y que otros, por el contrario, como el caso de TransMilenio, recibirán millonarios rubros para tratar de subsanar su déficit anual.

El sector salud…

En este caso, la asignación presupuestal para el 2022 fue de $ 3.2 billones, y para el 2023 resultaría de $ 3.7 billones, con un aumento del 20 %. Sin embargo, existen unas variaciones en donde se han descuidado otros aspectos fundamentales como la salud mental de los Bogotanos, presentando una diferencia negativa del -34,1 %. Teniendo en cuenta que para el 2023 se pretende avanzar en 80 % de las obras y dotación complementaria para la infraestructura en salud en todo el Distrito, y en el caso de salud mental, se encuentran 3 unidades de salud mental y un laboratorio de biocontención, con la reducción del presupuesto, esta infraestructura queda en el aire las razones con esta variación negativa.

Por otro lado, a pesar de los avances de los últimos meses en materia presupuestal, considero que aún nos quedamos bastante cortos en recursos para la salud, especialmente porque proyectos de inversión destinados a personas con discapacidad, temas de inclusión y cuidado, así como la garantía de condiciones favorables para la salud y la vida en Bogotá también presentan reducciones considerables que llegan hasta el -29 %.

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Sin duda, a la fecha, los servicios de salud mental se han visto gravemente perturbados y la brecha terapéutica de los trastornos mentales se ha ampliado cada vez más, además de ser generalizados y costosos. Por lo que es evidente que este presupuesto da prioridad a otras afecciones de salud en detrimento de los trastornos mentales.

¿Y qué pasa con el sector educativo?

Al sector educativo también hay que ponerle lupa. Para el 2022 había una asignación presupuestal de $ 4.9 billones y, para el 2023, este monto ascendió a $ 5.7 billones de pesos, con un aumento en total del 17 %. Sin embargo, la mayor apuesta en esta asignación de recursos se enfoca en la infraestructura y no en el sentido humano.

Importantes proyectos como la implementación del Programa integral de educación socioemocional, ciudadana y construcción de escuelas como territorios de paz presentó una disminución en su presupuesto de cerca del -17,72 %.

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Foto: Gloria Díaz Martínez

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Por otro lado, existe una situación bastante preocupante que ha tratado la Subcomisión de Vigilancia y Control de Salud Mental del Distrito con relación a los contextos escolares y las afectaciones en salud mental, socioemocional, y el escalamiento de las situaciones de violencia en entornos familiares, educativos y comunitarios.

Y es que las cifras resultan alarmantes. De acuerdo con Sistema de Alertas de la Secretaría de Educación, a corte del 2022, se han presentado 1.901 casos de abusos, violencia y hostigamiento escolar. Sumándole a esto, las situaciones de suicidio que se han presentado en las Instituciones Educativas, ya que para el 2022, con respecto a los años anteriores, se presentaron 8.271 casos de ideación o amenaza suicida, un 50,71 % de casos más que en el 2019. Siendo septiembre el mes donde se presentaron más casos de conducta suicida, con un total de 1.538.

Esto pone sobre la mesa un asunto de gran magnitud, que también es abordado en un estudio de caracterización realizado por la Universidad Nacional, ya que se identificó que 68 estudiantes de primaria y preescolar han amenazado o han intentado lastimarse. Este dato es preocupante y una señal de alarma, debido a que en estas edades se establece en los estudiantes las bases de regulación emocional, se comienza a entrenar el control de los impulsos y, a su vez, se empiezan a manifestar diferentes desórdenes emocionales.

¿Y la movilidad?

Para el 2023 el presupuesto de este sector sería de $ 3.5 billones, lo que implica un aumento del 604 % comparado con el 2022. No obstante, el mayor incremento presupuestal, es decir, unos 2,9 billones, serán asumidos por el Fondo de Estabilización Tarifaria de TransMilenio con el objetivo de subsanar su déficit financiero durante el último año.

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De igual forma, proyectos destinados a implementar mejoras considerables en materia de señalización, movilidad y accesibilidad para garantizar la seguridad vial de miles de motociclistas, conductores y peatones en la capital tendrían una disminución del -15,86 %.

Para este ámbito es importante destacar otros aspectos importantes como los gastos de funcionamiento de la Secretaría de Movilidad, en los que predominarían los contratos por prestación de servicios.

La seguridad, de mal en peor…

La asignación presupuestal en materia de seguridad, uno de los más grandes desafíos para Bogotá, tiene de entrada una variación negativa en el presupuesto. Para el 2023 se evidencia una variación en el componente de inversión del -38,5 %, pasando de $ 534.627.576.000 en el 2022 a $ 328.456.605.000 en el 2023.

Quedarán entonces en ‘veremos’ proyectos que pretendían la “modernización de la infraestructura de tecnología para la seguridad” o “el fortalecimiento de los equipamientos del Sistema Distrital de Justicia en Bogotá”, ya que cuentan con variaciones negativas en el presupuesto del -37 % al -51 %.

Todas estas variaciones negativas, sin duda, no contribuirán mucho en uno de los propósitos fundamentales del sector seguridad que es “inspirar confianza y legitimidad para vivir sin miedo y ser epicentro de cultura ciudadana, paz y reconciliación”, el cual presenta una variación negativa del (-7,86 %)

Esperamos que con los proyectos que si cuentan con variables positivas en el ámbito de seguridad, se logren reducir los terribles niveles de delincuencia que impactan a diario a millones de ciudadanos de nuestra amada capital.

Lamentable: los tiempos ya no dan…

A pesar de que este año hubo más sesiones de presupuesto que en los años anteriores, a raíz de una serie de recusaciones presentadas por algunos colegas, los procesos se están demorando más de lo establecido, y responder estas recusaciones tardarían hasta cinco días hábiles. Y por ley, si el 10 de diciembre este presupuesto no está aprobado, la alcaldesa lo podrá decretar.

Es entonces cuando como concejal, desde mi rol normativo y de control político, seguiré empecinada durante el próximo año en favorecer la expansión del gasto público, especialmente en áreas que nos afectan tanto como la salud, la educación, la seguridad y la movilidad. Pensando siempre en prestar una atención especial a los más vulnerables.

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