Sin lugar a duda el 2024 será -a pesar de que no haya elecciones- un año electoral donde los colombianos empezaran a discutir quién puede ser el próximo presidente de Colombia y en ese sentido, preguntarse si el sucesor de Petro será un aliado o un contradictor de sus ideas.
Vaticinar desde ya que, dada la popularidad del Gobierno, cualquier candidato de esta orilla perderá las elecciones es un error monumental. La prueba de ello es la elección presidencial del 2014, donde Juan Manuel Santos teniendo la imagen desfavorable más alta de la historia hasta el momento logró reelegirse.
Pensar también que hoy el país está pidiendo un candidato de extrema, o un “Bukele” o “Millei” colombiano, también lo considero un error, eso hoy, no sabemos mañana. Esto dependerá de la situación que atraviese el país en determinado momento, por ejemplo, si la criminalidad avanza a más no poder y la situación social se vuelve insostenible, de seguro el sentimiento del elector será ese, pero a la fecha la desesperación no es tal.
Lo que si es cierto es que el debate presidencial se va a adelantar, a tal punto que desde ya las personas se van a empezar a preguntar “¿por quién hay que votar?”, lo que sucedía faltando 7-8 meses antes de las elecciones, va a pasar faltando un poco más de 2 años.
El candidato que logre captar cual es el sentir ciudadano será el ganador y aunque parezca perogrullesco el comentario, así será. En esta ocasión la decisión no estará determinada por la tendencia política del candidato, el partido al cual pertenece o si es joven y/o experimentando, o de su pasado. En estas elecciones las personas van votar por quien logre conectar con su sentir en las necesidades más apremiantes, será una elección más emocional que cualquier otra cosa y es allí donde está el éxito de quien quiera ser el primer mandatario.
La baraja hoy y como siempre, faltando tanto tiempo, es amplia. Arranca este 2024 la carrera presidencial, vamos a ver como termina está primera fase, para posteriormente entrar a ver si la ventaja que saque un candidato de otro será suficiente o si el caballo o yegua que alcanza es el/la que gana.
Aprovecho esta columna para invitarlos a conocer Buenavista y Nueva Venecia en la Ciénaga Grande de Santa Marta, dos asentamientos construidos en palafito, donde el primer regalo que recibe un niño no es una bicicleta sino un bote para ir a la escuela, los invito a explorar esta maravilla poco conocida en nuestra hermosa Colombia.
Nicolás Ordoñez Ruiz – @NicoUCD
Del mismo autor: La descentralización, el Cauca y el folclore