Espero que la participación sea un ejercicio efectivo y, como manifesté en mi intervención, quiero creer en el compromiso del ELN con el cese al fuego.
Por: José Félix Lafaurie Rivera
Por cuenta del “descreimiento” del país en los procesos de paz, las declaraciones del hijo del presidente lograron eclipsar el inició del cese al fuego con el ELN por 180 días prorrogables.
Se instaló también el pasado 3 de agosto, el Comité Nacional de Participación, compuesto por 81 personas en representación de 30 organizaciones de diversos sectores sociales, el cual, inicialmente, recorrerá el país buscando que las comunidades aporten al diseño del modelo de participación de la sociedad en la construcción de la paz.
Como colombiano y miembro de la comisión gubernamental, espero que la participación sea un ejercicio efectivo y, como manifesté en mi intervención, quiero creer en el compromiso del ELN con el cese al fuego y de hostilidades.
Es claro que el cese de todo tipo de violencia es esencial para una participación real y aportante, pues los hostigamientos a la población son un sistema de dominación de hecho. Como lo he planteado públicamente y también lo reiteré en el evento, solo una sociedad libre de toda dominación podrá participar en la construcción de la paz.
Finalmente, la participación amplia y libre de la sociedad está en la base de las transformaciones para mejorar la vida en los territorios, pero ese no es un proceso que concierne solo al Gobierno, al ELN y a las comunidades. Se pueden firmar mil acuerdos, pero la verdadera paz no se firma ni se negocia, se construye a diario, entre todos, porque es un asunto de todos.
Por eso es necesario convencer a Colombia de esa paz posible a partir de transformaciones que impacten a 14 millones de compatriotas que viven en el campo. ¿Cómo hacerlo?
He propuesto un “gran piloto”, en el Catatumbo, por ejemplo, concentrando allí la presencia y los recursos del Estado para, en un entorno de cese al fuego, llevar seguridad, bienes públicos e inversión privada con incentivos tributarios.
Cuando Colombia vea el desplazamiento de la coca por la producción agropecuaria, las demás regiones tomarán la iniciativa de hacer sus propias transformaciones con el Estado y el sector privado.
Entonces el país podrá avanzar en un Gran Acuerdo Nacional, político y social, que se ocupe de lo fundamental: justicia, educación, salud, y todas las carencias que están detrás del narcotráfico, la corrupción, y la inequidad.
Como ejemplo de que ese Gran Acuerdo es posible, el presidente mencionó el suscrito con Fedegán para la venta de tierras en su versión mixta: El Gobierno compra parte de su tierra al ganadero y le da crédito para que aumente su producción en la que le queda, destinando la comprada a la Reforma Agraria.
Muchos acuerdos como este se podrían lograr en otros sectores para ir amojonando el Gran Acuerdo Nacional y para ir construyendo la paz.
Yo tengo fe en Colombia. La paz con el ELN es solo una cuota de la enorme deuda de aplazamientos para hacer las transformaciones que el país demanda, necesita y merece.
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