Normalmente, dirían los refranes, que solamente al que le duelen las cosas es al dueño y que no hay nadie mejor para administrar que quien tiene que ganarse esos recursos y entiende todo el sacrificio que hay detrás y, como bien lo entiende , bien genera riqueza. Saben dónde se puede invertir para crear mucha más de ella.
Esto precisamente no es lo que hace el Estado colombiano y no nos referimos solamente a este gobierno, ha sido una práctica en particular de por lo menos los últimos tres gobiernos, quienes han inflamado el aparato burocrático clientelar público a niveles récord.
Donde vivir en déficit, hacer préstamos y botar dinero en barrido sin fondo se volvió lo normal, todo con la excusa de inversiones sociales, de inversiones urgentes, y a pesar de todos esos millones que se han derrochado, el Estado colombiano sigue siendo paquidérmico, incapaz y ausente en la mayoría de regiones del país.
Fuera de esto, y quizás lo más irresponsable, es que se han creado entidades gubernamentales sola y exclusivamente para pagar favores políticos o para aumentar la influencia en el control político en ciertos territorios.
Eso ha hecho que coloquen cualquier tipo de personas en cargos para los cuales no son idóneos y se abran embajadas, consulados, oficinas, ministerios, entidades, direcciones, gerencias para todo el que sea necesario con tal de ganar la famosa “ gobernabilidad en el Congreso” y eso es precisamente lo que nos ha tenido en los escándalos recientes de presunta corrupción, en donde se han pagado, pues, votos en el Congreso a través de distintas modalidades, todo a costa y a cargo del erario público de los contribuyentes.
Entonces las medidas de austeridad son muy sencillas; solamente se requiere voluntad política y así lo ha demostrado el presidente Javier Milei en Argentina. De la larga lista de ministerios cada vez más inflada, hay ministerios de los cuales se puede prescindir con toda facilidad y sin afectar esos desarrollos.
En Colombia existió el falso mito de que lo importante era ponerle ministerio a algo para que fuera importante y a las soluciones, todo lo contrario; solamente la palabra ministerio ya de entrada le carga unas arandelas de gastos fijos lo suficientemente suntuosos como para volverlo inviable.
Lo vimos cuando Iván Duque creó los ministerios de Deporte y Ciencia; hasta el día de hoy han pasado completamente desapercibidos por la vida pública colombiana, solamente han brillado por fracasos, por corrupción y por ineficiencia.
Se tiene que revaluar cómo se podría funcionar: el Ministerio de Cultura y de Educación, el Ministerio de Vivienda podría fácilmente pasar a ser una dirección del Ministerio de Transporte, el Ministerio de Ambiente podría fácilmente estar con el Ministerio de Agricultura; insistimos, sin quitar las capacidades operacionales, pero sí que está quitando la rimbombancia del cargo.
Es hora de que el gobierno evalúe su posición en un centenar de empresas en las cuales el gobierno no percibe ningún beneficio, por ejemplo, la empresa telefónica en la cual el Gobierno tiene un 32,5% y nunca ha recibido un dividendo; solo le ha traído problemas dicha participación.
Entonces las herramientas en el Estado están, solamente sería mirar; hace falta voluntad, política, ingeniería, meticulosidad, hace falta sensatez y dejar de querer meterle cada vez la mano al bolsillo de los colombianos.
Entonces se tendría que revalorar esa cantidad de embajadas y de consulados que se han abierto en los últimos tres gobiernos, absolutamente innecesarios, se tendría que revisar de manera urgente la cantidad de esquemas de seguridad que se le preservan a personas que no tienen ningún riesgo.
La teoría es muy sencilla: cuando en la casa ingresa menos y hay más bocas para alimentar, se debe gastar menos; toca hacer rendir el arroz, y eso es lo que el presidente Gustavo Petro y los futuros presidentes tienen que hacer, no con el argumento simple, falaz y demagógico de siempre de “vamos a recortar los gastos en comunicación” cuando los gastos de comunicación son absolutamente insignificantes respecto a lo que se gastan comisiones, transporte de comitivas,fiestas, cócteles y toda otra clase de actividades que no tienen ningún beneficio para la economía en general.
Como lo venimos diciendo, creemos que en un país como Colombia, pues no nos podemos dar el lujo todavía de tener un Estado como si fuéramos un país árabe; no lo somos, estamos lejísimos de serlo y más si no exploramos el petróleo, el gas, el carbón, el oro y todos los minerales y recursos naturales que tenemos.
Nosotros nos creemos un estado rico con un montón de burocracia de corbatas ineficientes que solamente están por cobrar un sueldo de procesos sin continuidad, de una ausencia total de planeación de políticas públicas, mientras el país tiene que soportar semejante carga en sus bolsillos para pagar las malas decisiones de tantos políticos. Sensatez, eso es lo necesario.
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