En una jornada marcada por el recogimiento y la solemnidad, los restos del Papa Francisco fueron trasladados desde la residencia de Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro, en el corazón del Vaticano. Este emotivo acto marca el inicio de las ceremonias fúnebres que culminarán con la misa de exequias el próximo sábado 26 de abril.
El rito de traslado, celebrado en la mañana del miércoles, fue presidido por el cardenal Kevin Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, quien abrió la jornada con una oración íntima y significativa en la capilla de la Casa Santa Marta.
En su mensaje, el purpurado agradeció a Dios por los 12 años de pontificado de Jorge Mario Bergoglio, destacando su dedicación al pueblo cristiano y su testimonio de humildad, cercanía y reforma pastoral.
“Al dejar ahora este hogar, demos gracias al Señor por los innumerables dones que concedió al pueblo cristiano a través de su siervo, el Papa Francisco”, expresó el cardenal Farrell durante la ceremonia. “Pidámosle, en su misericordia y bondad, que le conceda un hogar eterno en el Reino de los cielos”.
Tras la oración inicial, el féretro fue conducido en procesión a través de la Plaza de Santa Marta, pasando por el Arco de las Campanas, hasta llegar a la imponente Plaza de San Pedro. Una multitud estimada en más de 20.000 personas se encontraba reunida en el lugar desde tempranas horas, portando banderas, retratos del Papa y rosarios, muchos con lágrimas visibles en el rostro.
Multitud rinde homenaje al Papa Francisco en la Basílica de San Pedro tras su traslado
Al momento de la llegada del féretro a la explanada de San Pedro, un aplauso prolongado y respetuoso se elevó desde la multitud, en señal de despedida al Pontífice que marcó una era de cercanía con los más pobres, impulso de reformas en la Curia y una postura pastoral profundamente humana.
El féretro, sencillo y sin ornamentación excesiva, fue llevado por miembros del Colegio Cardenalicio hasta el interior de la Basílica. Fue depositado ante el Altar de la Confesión, uno de los puntos más sagrados del catolicismo, donde se custodian los restos del apóstol San Pedro.
Una vez dentro, el coro pontificio entonó las Letanías de los Santos en latín, pidiendo por el eterno descanso del alma del Papa Francisco. La atmósfera se impregnó de un profundo silencio reverente, roto únicamente por las voces del canto coral y el murmullo de oraciones que se extendían entre los presentes.
Posteriormente, se celebró una Liturgia de la Palabra, donde se proclamó un pasaje del Evangelio de Juan (17, 24-26), una oración de Jesús por la unidad y el amor entre sus discípulos. La lectura fue elegida en homenaje a la visión pastoral del Papa Francisco, cuyo pontificado se centró en el diálogo, la inclusión y el amor cristiano como eje fundamental de la vida de la Iglesia.
El rito concluyó con el canto de la Salve Regina, himno mariano entonado tradicionalmente en momentos de duelo, invocando a la Madre de la Misericordia para que interceda por el alma del difunto.
Uno a uno, los cardenales presentes rindieron homenaje ante el féretro, seguidos por representantes del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, religiosos, peregrinos y ciudadanos que accedieron al templo para despedirse de quien fue el primer Papa latinoamericano de la historia.
La Basílica de San Pedro permanecerá abierta al público para el velorio hasta la medianoche del miércoles, reabrirá el jueves desde las 7:00 hasta las 24:00 horas y el viernes desde las 7:00 hasta las 19:00 horas. Se espera que miles de personas acudan en los próximos días para ofrecer sus oraciones y mostrar su respeto ante el cuerpo del Papa emérito.
El Vaticano ha informado que la misa de exequias será celebrada por el Decano del Colegio Cardenalicio, cardenal Giovanni Battista Re, en una ceremonia que reunirá a jefes de Estado, líderes religiosos de diversas confesiones, y fieles de todo el mundo.
Con este acto solemne, el mundo católico comienza el luto oficial por la partida del Papa Francisco, quien durante su pontificado dejó una huella imborrable no solo en la Iglesia, sino también en la política internacional, la ecología y el diálogo interreligioso.
Su legado, caracterizado por un papado sencillo, directo y comprometido con los más necesitados, seguirá inspirando a millones. Hoy, Roma se viste de luto, pero también de gratitud por el paso de un pastor que caminó con su pueblo, sin miedo a mancharse los pies de polvo ni a abrir las puertas de la Iglesia a todos.
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