En el año 2025, cuando la incertidumbre global se cierne sobre todos los rincones del planeta y las amenazas asimétricas evolucionan con rapidez, la decisión del Gobierno del presidente Gustavo Petro de adquirir los aviones de combate JAS 39 Gripen de la firma sueca Saab constituye, sin duda, un paso necesario para garantizar la defensa efectiva de nuestro espacio aéreo.
Lejos de remitirse a un alineamiento acrítico con el Ejecutivo de turno, en 360 consideramos que, al contrario, se trata de una política de Estado que debía haberse adoptado hacía ya muchos años, pero que —por razones de cobardía política y miopía estratégica— quedó pospuesta bajo administraciones anteriores.
Un retraso peligroso
Colombia, históricamente marcada por su geografía accidentada y su extensa frontera terrestre, ha padecido recurrentes vulnerabilidades en su capacidad de vigilancia y disuasión aérea. La carencia de una plataforma moderna y versátil no solo limitaba nuestra capacidad de patrullaje, sino que también sometía a nuestros pilotos y técnicos a mayores riesgos operacionales.
A pesar de las reiteradas advertencias de los comandantes de la Fuerza Aérea y de los estudios de prospectiva en seguridad nacional, los gobiernos que antecedieron al de Petro se resistieron a dar el salto tecnológico. ¿Por qué? Por un lamentable temor al rechazo público y al escrutinio político, y, en algunos casos, por el cálculo electoral de no “asustar” a la opinión pública con el costo de la inversión. Fueron administraciones marcadas por la indecisión: oportunistas con la paz, miopes con la defensa.
Resulta irónico que uno de los argumentos más reiterados contra la renovación de nuestra flota aérea —la visión pacifista del ahora mandatario— surgiera precisamente de Gustavo Petro durante su campaña. Hoy, sin embargo, ese volteo estratégico evidencia su madurez política y su comprensión de que la verdadera paz se construye también con disuasión: disponer de una Fuerza Aérea tecnológicamente competitiva es disuadir a actores estatales y no estatales que ponderen reaccionar con acciones violentas.
El presidente Petro ha reconocido, con objetividad técnica, que en la dinámica geopolítica contemporánea ninguna nación puede fiar su seguridad exclusivamente a la diplomacia o al diálogo, por muy valiosos que estos instrumentos sean.
Características técnicas y operativas del Gripen
El JAS 39 Gripen –en su versión E/F– ofrece un conjunto de capacidades que se ajustan a las necesidades operativas de Colombia:
Reducción de costos de ciclo de vida: su diseño modular y sus intervalos de mantenimiento menos frecuentes resultan en menores costos operativos anuales en comparación con otras plataformas de cuarta generación media.
Interoperabilidad y redes de mando y control: cuenta con un avanzado sistema de enlace de datos (Link 16 y capacidades propias de Saab) que facilita la integración con sistemas de defensa aérea de Estados Unidos y de la OTAN, potenciando ejercicios conjuntos y operaciones de paz, factor clave en escenarios multinacionales.
Versatilidad multirol: desde patrullaje fronterizo hasta misiones de ataque aire-superficie, pasando por alerta temprana y guerra electrónica, el Gripen ofrece un abanico de opciones tácticas que se adaptan a la multiplicidad de amenazas (narcotráfico, tráfico ilícito de armas, sátrapas regionales).
Supercrucero y sustentabilidad: su eficiencia de combustible y la capacidad de volar a velocidad supersónica sin posquemador permiten misiones prolongadas con menor gasto logístico, esencial para cubrir la vasta geografía colombiana sin depender de una red extensa de bases.
En 360 sostenemos que las decisiones militares —fundamentales para el bienestar de la nación— no pueden someterse a la lógica del escrutinio precipitado de la opinión pública. La población, en general, carece de la formación técnica necesaria para evaluar adecuadamente los requerimientos de un moderno sistema de defensa.
Las discusiones mediáticas sobre costos y contratos suelen dar lugar a simplificaciones que desinforman más que aclarar. Cuando los parlamentos o las audiencias legislativas exigen someter estos procesos a debates públicos extensos, terminan por dilatar la adquisición de capacidades críticas, sometiendo a pilotos y personal de tierra a riesgos que podrían haberse evitado.
Es cierto que la transparencia es un ingrediente indispensable en una democracia. Pero no es menos cierto que el exceso de “sociedad en el salón de guerra” puede ser contraproducente.
Se cae en la falacia de creer que todas las decisiones militares requieren el mismo nivel de participación y discusión que las políticas económicas o educativas. No es así: existen protocolos de confidencialidad y de revisión interna (entre las Fuerzas Armadas, el Ministerio de Defensa y entidades de auditoría) que, correctamente aplicados, garantizan tanto el uso eficiente de los recursos públicos como la confidencialidad necesaria para no exponer tácticas o vulnerabilidades.
La compra de aeronaves como el Gripen no solo atiende a la modernización de la flota. Es, ante todo, un compromiso con la vida de nuestros pilotos y técnicos. Las máquinas más fiables, con sistemas de seguridad redundantes y alerta de fallos inminentes, reducen drásticamente los accidentes en misiones de rutina.
Además, Saab ofrece paquetes de entrenamiento de última generación, incluyendo simuladores de vuelo de alta fidelidad y programas de capacitación para ingenieros de mantenimiento, lo cual multiplica el retorno de la inversión al construir expertise local y sentar las bases de una industria de defensa nacional más robusta.
Hacia una Fuerza Aérea sostenible y preparada
El Gripen, con su compatibilidad para emplear armas de precisión de última generación (AIM‑9X, Meteor, GBU-39), proporciona a Colombia una plataforma disuasiva, creíble y sostenible. Al mismo tiempo, la interoperabilidad con aliados estratégicos fortalece nuestra posición en el tablero internacional y maximiza nuestras posibilidades de participar en misiones de mantenimiento de la paz bajo mandatos multilaterales. En un mundo en el que la inestabilidad regional puede derivar en crisis humanitarias transfronterizas, contar con esta capacidad no es un lujo, sino una obligación con nuestra propia seguridad y con la estabilidad hemisférica.
En 360, con un enfoque objetivo y desapasionado, invitamos a la sociedad colombiana a confiar en los diagnósticos técnicos y estratégicos de quienes, día a día, asumen la responsabilidad de la defensa nacional. La compra de los Gripen E/F no debe juzgarse bajo criterios de espectáculo político ni de coyuntura electoral, sino bajo la lente de la eficiencia, la disuasión y la protección de la vida de nuestros efectivos.
Las Fuerzas Armadas requieren no solo aviones modernos, sino también dotaciones suficientes de municiones, repuestos, combustible y toda la logística que garantiza la operatividad permanente. Dejar en manos del miedo o de la ignorancia colectiva la determinación de las capacidades bélicas es un lujo que ningún país medianamente serio puede permitirse.
Finalmente, reconocer que los anteriores gobiernos cometieron un error por omisión —por priorizar el consenso trivial sobre la prudencia estratégica— no es un acto de revancha política, sino un ejercicio de honestidad histórica. Aplaudimos, pues, la decisión del presidente Petro y de su ministro de Defensa: por fin, Colombia da un paso firme hacia la modernidad de su Fuerza Aérea, convencida de que la paz se construye, también, con alas renovadas.