Las consecuencias de la permisividad con los vehículos sin placa en Colombia

En Colombia, circular con placas en mal estado, gemeliadas o tapadas no es un hecho aislado, sino una práctica común que pone en riesgo la movilidad y la seguridad ciudadana.

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Las consecuencias de que Colombia y sus ciudades no vigilen, no sancionen y no tengan inteligencia para controlar los vehículos que circulan sin placa son enormes. Y hay que decirlo abiertamente: esto ocurre tanto en las principales capitales como en ciudades intermedias y municipios. Miles de vehículos de todo tipo camiones, volquetas, buses, motocicletas y carros particulares, cometen con frecuencia la infracción de circular sin placas, con placas tapadas, alteradas o en pésimo estado.

Como muchos creen que esto “no es importante” o que “no es indicio de nada”, la infracción pasa desapercibida. Pero la realidad es otra: la mayoría de quienes incurren en esta práctica son motociclistas que deliberadamente esconden la placa colgando un casco, colocando una tira o levantándola para evitar ser identificados. Todo el mundo los ve, a cualquier hora, pasando frente a agentes de tránsito y policías sin que ocurra nada.

En Colombia se suele justificar con el argumento de la “pobre viejecita”: que no tienen dinero para arreglar o cambiar la placa. Pero lo que en verdad ocurre es que, en la mayoría de los casos, quienes circulan con placas en mal estado, alteradas o tapadas lo hacen para cometer infracciones, ilegalidades y hasta crímenes. Desde placas gemeliadas que terminan generando comparendos a ciudadanos inocentes, hasta placas falsas utilizadas para robar, extorsionar o incluso asesinar, todo bajo la impunidad que les otorga la imposibilidad de ser detectados por las pocas cámaras de fotodetección existentes en el país.

Este no es un problema nuevo. Lleva años repitiéndose, con mayor frecuencia y gravedad, sin que en ningún nivel del Estado, ni regional ni nacional, se haya tomado una decisión seria para ponerle orden. Es, en toda regla, un problema de seguridad nacional. El caso reciente de Cali lo demuestra: camiones que aparentemente ingresaron sin placas y nadie se dio cuenta. ¿Dónde estaban las cámaras de la ciudad? ¿Cómo es posible que un vehículo sin placa pase frente a los sistemas de vigilancia y no se emita una alerta inmediata a las autoridades?

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La falta de inteligencia, prevención, reacción y control es crítica. Desde este medio hemos hecho cientos de llamados para que se empiece por lo más básico: garantizar que todos los vehículos circulen con una placa legal, legible y trazable. No se necesitan drones ni tecnologías de última generación; basta con servicios mínimos de control y vigilancia. Pero ni siquiera eso se cumple.

Hoy, la policía y el ejército montan retenes, ven motocicletas y camiones con placas alteradas y simplemente les dicen: “cámbiela, por favor”. Nada más. Y no pasa nada. Esa permisividad debe terminar. El Congreso debería tramitar de inmediato sanciones ejemplares contra quienes circulen con placas en mal estado, tapadas, gemeliadas, modificadas o inexistentes. Multas cuantiosas, inmovilización de los vehículos e incluso investigaciones penales.

Si en Colombia no cuidamos lo básico, que quienes transiten tengan placas legales estamos perdidos. Y no solo por riesgos de terrorismo. A diario hay atropellos en las calles: niños, adultos mayores, ciudadanos de a pie que mueren o quedan heridos, mientras los responsables huyen. Cuando se buscan los vehículos, resulta que no tenían placa, o la habían alterado: el 7 convertido en 1, la E en 8, la D en O… y hasta ahí llega todo.

El país necesita un control efectivo y urgente de las placas en todo el territorio nacional. Las ciudades con sistemas de videovigilancia y fotodetección deben generar alertas inmediatas para intervenir, inmovilizar e identificar a quienes circulan con placas en mal estado.

De lo contrario, seguiremos tolerando un problema que no es menor, que golpea la seguridad ciudadana, la movilidad y hasta la confianza en las instituciones.

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