Un extenso reportaje del The New York Times reveló que el gobierno de Nicolás Maduro mantuvo durante meses conversaciones secretas con altos funcionarios de la administración Trump, en las que ofreció abrir por completo el sector petrolero y minero venezolano a las empresas estadounidenses. El objetivo: evitar una escalada militar y lograr el levantamiento de sanciones que asfixiaban la economía del país.
Según el medio estadounidense, Maduro puso sobre la mesa un acuerdo sin precedentes. En él se comprometía a otorgar contratos preferenciales a compañías de Estados Unidos, revertir el flujo de exportaciones de crudo desde China hacia el mercado norteamericano y recortar significativamente los vínculos energéticos con China, Rusia e Irán. A cambio, esperaba el restablecimiento de relaciones diplomáticas y un alivio de las sanciones financieras.
Sin embargo, la Casa Blanca terminó rechazando la oferta, interrumpiendo la diplomacia y manteniendo su línea dura frente al mandatario venezolano, a quien la administración Trump calificó de “narcoterrorista” y “dictador ilegítimo”.
Un intento por evitar el aislamiento económico y militar
El reportaje indica que las negociaciones, lideradas por el entonces enviado especial estadounidense Richard Grenell, avanzaron en temas económicos, pero se estancaron en la cuestión política: el futuro de Maduro en el poder. Fuentes aseguraron al Times que el presidente venezolano se negó a discutir su salida del cargo.
Detrás de estas maniobras estaba el temor de Caracas ante el creciente cerco diplomático y militar. Washington había acumulado buques de guerra en el Caribe y amenazaba con intensificar la presión internacional. Para Maduro, permitir la entrada masiva de inversión estadounidense era un mal menor frente a la posibilidad de una intervención o de un bloqueo total de las exportaciones.
El periódico también señaló que, como muestra de buena voluntad, se produjeron pequeños gestos diplomáticos. Grenell facilitó el regreso de una niña venezolana varada en EE. UU. tras la deportación de sus padres, mientras Caracas liberó a un veterano de la Fuerza Aérea estadounidense detenido en el país.
La relación de Nicolás Maduro con Estados Unidos
De acuerdo con el informe, el acercamiento económico de Maduro incluyó contactos con grandes corporaciones energéticas. La petrolera estatal venezolana otorgó a Chevron un control mayor en proyectos conjuntos, y se habrían iniciado conversaciones para otorgarle participación en nuevos yacimientos. Paralelamente, el gobierno intentó recomponer la relación con ConocoPhillips, que abandonó Venezuela en 2007 tras la ola de nacionalizaciones.
En el frente internacional, Washington otorgó nuevas licencias para que empresas como Shell pudieran operar nuevamente en Venezuela, en proyectos como el yacimiento de gas Dragón, ubicado en aguas compartidas con Trinidad y Tobago. Aunque la Casa Blanca aseguró que estas operaciones no beneficiarían al régimen, Caracas celebró los permisos como prueba de que “Venezuela sigue abierta a los negocios”.
Mientras Maduro intentaba negociar con Estados Unidos desde el poder, la líder opositora María Corina Machado —reciente ganadora del Premio Nobel de la Paz 2025— presentaba en Washington su propia propuesta económica. Prometía que, bajo un gobierno democrático, las empresas estadounidenses podrían obtener hasta 1,7 billones de dólares en oportunidades en 15 años, siempre que se restaurara el Estado de derecho y las libertades políticas.
Una jugada fallida de Nicolás Maduro
El intento de Maduro por ofrecer los recursos naturales de Venezuela a Estados Unidos muestra hasta qué punto el mandatario buscó una salida pragmática al aislamiento internacional. Según las fuentes citadas por el diario, incluso estuvo dispuesto a limitar los lazos con sus principales aliados —China, Rusia e Irán— a cambio de evitar un enfrentamiento directo con Washington.
No obstante, el rechazo del gobierno de Trump detuvo cualquier posibilidad de acuerdo y dejó en evidencia el dilema del chavismo: abrirse al capital extranjero sin perder el control político.
Hoy, mientras Venezuela produce apenas un millón de barriles de petróleo al día, frente a los tres millones de la era de Hugo Chávez, las revelaciones muestran un retrato inédito de un gobierno dispuesto a negociar lo impensable con tal de sobrevivir.


