La economía de la informalidad sigue siendo uno de los mayores desafíos para América Latina, donde millones de personas dependen de trabajos sin protección social, estabilidad o acceso a servicios básicos. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la región continúa encabezando las estadísticas globales de empleo informal, con porcentajes que, en algunos países, superan el 80 % de la población económicamente activa.
Con base en los datos de la OIT, muestra cómo la informalidad laboral tiene fuerte presencia en Centroamérica y en Suramérica, Mientras países como Estados Unidos y Canadá registran niveles inferiores al 20 % en Latinoamérica la realidad es completamente distinta. La mayoría de las economías superan el 50 % de trabajadores informales, lo que refleja una profunda brecha estructural entre empleo formal y el de subsistencia.
Colombia entre los países de América Latina con más trabajadores en la informalidad
En el caso de Colombia, el panorama es preocupante. El 55 % de los trabajadores desempeñan labores informales, según cifras recientes del DANE. Esto significa que más de la mitad de la población ocupada no cuenta con acceso a salud, pensión y demás prestaciones laborales como lo son las vacaciones pagas. Los principales focos de informalidad se concentran en ciudades intermedias como Cúcuta, Valledupar, Riohacha y Sincelejo, donde los indicadores superan el 65 %. En contraste, centros urbanos como Bogotá y Medellín muestran tasas algo menores, aunque aún por encima del 40 %.
La OIT advierte que la informalidad no solo limita el desarrollo social, sino que afecta directamente la recaudación fiscal y la productividad de los países. En América Latina, Bolivia, Perú, Paraguay y Honduras se ubican entre los territorios con mayor proporción de trabajadores informales, con rangos que van del 70 al 85 %. En cambio, economías más diversificadas como Chile, Uruguay y Costa Rica logran mantener porcentajes menores, entre el 25 y el 40 %, gracias a políticas laborales más estables y sistemas de seguridad social consolidados.

En el caso colombiano, la persistencia de la informalidad está ligada a varios factores, la baja cobertura de educación técnica y superior, las dificultades en acceder a créditos, la carga tributaria sobre las pequeñas empresas y los altos costos de formalización. Además, el crecimiento del trabajo por cuenta propia y las plataformas digitales han creado nuevas formas de empleo que operan fuera del marco legal.
El Gobierno Nacional ha implementado estrategias para reducir esta cifra alarmante, entre ellas la reforma laboral, que también ha recibido diferentes críticas y que puede aumentar la informalidad, programas de incentivo a la formalización de microempresas. Sin embargo, los expertos coinciden en que se requieren medidas más profundas que combinen educación, protección social y simplificación tributaria.
A nivel regional, la informalidad sigue siendo un reflejo de la desigualdad estructural, mientras el norte del continente opera bajo marcos formales y fiscales sólidos; el sur enfrenta un mercado fragmentado y vulnerable. En Colombia, el reto de formalizar el empleo continúa siendo su prioridad pendiente para garantizar un crecimiento económico inclusivo y sostenible.
