Aunque ambos coinciden en fechas cercanas y en la creencia de que las almas cruzan el umbral entre la vida y la muerte, Halloween y el Día de Muertos representan visiones culturales muy diferentes sobre ese encuentro con el más allá. Mientras en México se honra y celebra el recuerdo de los fallecidos, en otros países, sobre todo de tradición anglosajona, la víspera del 31 de octubre se asocia con lo misterioso y lo sobrenatural.
Día de Muertos vs Halloween: dos visiones del más allá y de la muerte

En México, el Día de Muertos tiene raíces que se remontan a las civilizaciones prehispánicas. Los pueblos originarios, como los mexicas, mixtecos, zapotecas y totonacas, creían que las almas de los difuntos viajaban al Mictlán, el inframundo, y que una vez al año podían regresar para visitar a sus seres queridos.
Cuando los españoles llegaron en el siglo XVI, estas creencias se fusionaron con las festividades católicas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, dando origen a la conmemoración actual. Hoy en día, el 1 de noviembre se dedica a los niños fallecidos y el 2 de noviembre a los adultos.
Durante estas fechas, los hogares y los cementerios se llenan de color. Se levantan altares decorados con flores de cempasúchil, velas, fotografías, comida y bebida. Todo ello forma parte de la ofrenda, un homenaje que busca guiar el camino de las almas desde el más allá hasta la tierra de los vivos. Más que una despedida, el Día de Muertos es una manera de mantener vivos los lazos familiares y de reconocer la muerte como una parte natural del ciclo de la existencia.
Halloween: del antiguo festival celta a la fiesta de disfraces

Por su parte, Halloween, que se celebra la noche del 31 de octubre, tiene un origen muy distinto. Su raíz se encuentra en el festival celta de Samhain, una tradición pagana que marcaba el final de las cosechas y el inicio del invierno. Los antiguos celtas creían que, durante esa noche, los espíritus de los muertos regresaban al mundo de los vivos y que era necesario realizar rituales, como encender fogatas o usar disfraces, para ahuyentar a los espíritus malignos.
Con el paso de los siglos y la expansión del cristianismo, la festividad se transformó y tomó el nombre de All Hallows’ Eve, que significa “víspera de Todos los Santos”. En Estados Unidos y otros países, Halloween perdió su carácter ritual y se convirtió en una fiesta popular centrada en la diversión, los disfraces, las calabazas talladas y la costumbre de pedir dulces de casa en casa.
Tanto Halloween como el Día de Muertos coinciden en la idea de que hay una conexión entre la vida y la muerte, pero cada uno refleja una cosmovisión diferente. En el norte global, la muerte se teme o se disfraza; en México, se le ofrece pan, flores y un lugar en la mesa.
Ambas tradiciones sobreviven al paso del tiempo, adaptándose a nuevas generaciones, pero sin perder su esencia: recordarnos que, de una u otra forma, los muertos siguen entre nosotros.
