María Fernanda Cabal: la eterna disidente del uribismo que quiere cobrar su factura política

Hoy el escenario se repite. Cabal quiere representar a la derecha sin matices, a la derecha que no teme al choque frontal, que cree en la mano dura, la defensa irrestricta de la fuerza pública y el combate sin concesiones al progresismo

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María Fernanda Cabal vuelve a escena en la contienda presidencial con una narrativa que ya domina: la de la inconforme interna, la voz incómoda del uribismo, la dirigente que afirma haber cargado sobre sus hombros la defensa ideológica del partido mientras otros — particularmente en la cúpula— toman las decisiones sin consultarla y sin reconocer su lealtad política. Esa idea de que “no se les respeta la labor realizada en el partido” es, en realidad, el eje emocional de su aspiración presidencial.


Cabal se mueve en un terreno complejo. Aunque es una de las figuras más visibles, controvertidas y fieles al ideario que Álvaro Uribe posicionó durante dos décadas, el expresidente no le ha ofrecido un respaldo real. Esto no es nuevo: para la candidatura de 2022, Uribe optó por dejar abierta una competencia interna que, en la práctica, dejó a Cabal aislada y reforzó la percepción de que el uribismo oficial prefería perfiles más “manejables” o menos radicales.

Hoy el escenario se repite. Cabal quiere representar a la derecha sin matices, a la derecha que no teme al choque frontal, que cree en la mano dura, la defensa irrestricta de la fuerza pública y el combate sin concesiones al progresismo. Pero en el Centro Democrático esa línea no necesariamente es la que quieren llevar a la primera vuelta. El partido está fragmentado, sin una brújula clara, y a la vez tratando de evitar que la marca uribista se convierta en un lastre electoral. En ese esfuerzo, el uribismo prefiere candidatos que puedan dialogar con el centro, y Cabal no encaja en ese molde.

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Justamente eso alimenta su narrativa: ella asegura que no la apoyan por decir lo que piensa, por no acomodarse a los cálculos internos, por no moderar el discurso para enamorar a sectores que —según ella— nunca votarían por la derecha. Y esa confrontación le sirve. Es combustible político para una candidatura que no busca consenso, sino una base fiel, indignada y movilizable.

Sin embargo, Cabal enfrenta un reto estructural: su techo electoral es bajo. Lo que para sus seguidores es coherencia, para gran parte de la opinión es radicalización. Lo que para su base es valentía, para sectores moderados es confrontación innecesaria. Su estilo — agresivo, frontal, ideologizado— difícilmente seduce a votantes independientes, y en una elección de segunda vuelta ese vacío es determinante.

Pero su mayor dificultad no está fuera, sino dentro. Un partido sin cohesión, dividido en facciones, con un expresidente que interviene pero no define, y con precandidatos que compiten más por apropiarse del legado de Uribe que por construir una visión de país, deja a Cabal en un escenario incierto. Si el líder natural del partido no la respalda públicamente, ¿cómo podrá unificarse la estructura detrás de su campaña?

Aun así, Cabal persevera porque sabe que su figura genera conversación, controversia y presencia constante en la agenda mediática. Esa exposición le permite posicionarse como referente de la derecha dura. Su apuesta no es conquistar al país entero: es volverse indispensable en su sector. Convertirse en la voz que obliga a negociar, en el nombre con el que hay que contar cuando se hable de coaliciones.

La pregunta clave es si esa estrategia le permitirá llegar al final del camino con opciones reales. En un escenario donde la derecha compite entre sí y aún no define un liderazgo, Cabal representa una facción importante, pero no mayoritaria. Y mientras Uribe continúe sin entregarle un respaldo claro, ese vacío se convertirá en su mayor costo político.

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Cabal quiere ser presidenta. Pero antes debe ganar una batalla más compleja: demostrar que puede liderar un sector que, aunque comparte su ideología, no siempre está dispuesto a seguir su estilo.

Por: Juan Nicolás Pérez Torres – @nicolas_perez09

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