“El padre que asume el legado”: Miguel Uribe Londoño y su candidatura en nombre de su hijo

Miguel Uribe Londoño ha entrado a la carrera presidencial para reemplazar el vacío que dejó su hijo, pero también para proponer algo más que una sucesión familiar: una visión de país fundada en la seguridad, la dignidad y la unidad.

Compartir

Miguel Uribe Londoño no es un político más que suena para 2026: es el padre que decidió tomar las banderas de su hijo, Miguel Uribe Turbay, luego de su asesinato, y presentar una candidatura presidencial tan simbólica como estratégica. Su anuncio no es solo un legado familiar; es un acto político cargado de dolor, de memoria, de promesas de seguridad y de unidad.


De la pérdida al propósito político

En una emotiva presentación pública, Uribe Londoño declaró que su aspiración nació del dolor: “Perdí a mi hijo, pero transformo ese sufrimiento en un propósito para Colombia”, dijo. Su discurso se centra en la inseguridad, la violencia y la “unidad nacional”: promete usar su experiencia para construir un país más seguro, en el que “Colombia jamás volverá a arrodillarse frente a la injusticia y el terror”.

Ese “juramento” de padre doliente se presenta como motor de una campaña basada en valores profundamente personales, pero también como un proyecto de Estado.

Experiencia, pasado político y perfil técnico

Uribe Londoño no es un novato sin credenciales. Tiene una trayectoria política y gremial significativa: ha sido senador, consejero de Bogotá, líder gremial (como presidente de la Federación Nacional de Cacaoteros). Además, su experiencia empresarial le da credibilidad para hablar de economía, empleo y proyectos de desarrollo. En su discurso, insiste en que “sabe cómo generar riqueza y empleos”, y que su candidatura no es solo simbólica sino con capacidad técnica. También ha hecho propuestas de transparencia para su propio partido: ha sugerido que la elección interna del candidato del Centro Democrático se haga con tres encuestadoras auditable, no solo una. Esto muestra su apuesta por procesos más “limpios” y competitivos.

Le puede interesar:  Los reinados en Colombia: ¿quiénes son las concursantes?

¿Un martirio convertido en proyecto político o una maniobra electoral?

La lectura más compasiva: Uribe Londoño está genuinamente motivado por su tragedia familiar. El asesinato de su hijo y la muerte de su esposa, Diana Turbay, han forjado una narrativa de sacrificio y compromiso que moviliza simpatías y legitimidad moral. Pero una lectura más crítica no puede ignorar los riesgos:

  • Uso del dolor como capital político: Algunos podrían ver su candidatura como una forma de capitalizar el martirio de su hijo para ganar apoyo dentro de la derecha.
  •  ¿Puede liderar sin heredar simplemente una causa familiar? Su reto será demostrar que no está solo “usando el apellido Uribe-Turbay”, sino que tiene visión propia para el país.
  • Edad y dinamismo: A sus 79 años (según su fecha de nacimiento en 1945), debe responder si puede sostener una campaña presidencial moderna, agitada y exigente.
  • Tensión con otros precandidatos: En el Centro Democrático deberá competir con figuras como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y otros. No es evidente que su rol de padre mártir le dé automáticamente el poder político.
  • Credibilidad institucional vs emotiva: Tiene la experiencia, tiene la narrativa emocional, pero debe convertir ambas en un proyecto político real, con estructura, programa y credibilidad.

¿Qué está en juego si Uribe Londoño avanza?

Si logra imponerse dentro del Centro Democrático, podría consolidar un bloque “duro pero moderado”, mezclando la legitimidad simbólica de su hijo con su experiencia gremial y política. Esa candidatura podría atraer a votantes que quieren seguridad, orden, y una figura de derecha sin tanto radicalismo mediático.Pero si falla, su camino podría quedarse en “candidatura de consuelo”, es decir, una opción simbólica más que competitiva.

Le puede interesar:  En el umbral de la batalla

Además, su esfuerzo podría reconfigurar la narrativa del uribismo: no solo como legado de Álvaro Uribe, sino como un proyecto de seguridad y reconciliación liderado por quienes han sufrido personalmente la violencia política.

Una apuesta con muchas capas

Miguel Uribe Londoño ha entrado a la carrera presidencial para reemplazar el vacío que dejó su hijo, pero también para proponer algo más que una sucesión familiar: una visión de país fundada en la seguridad, la dignidad y la unidad.

Su candidatura es potente porque mezcla lo emocional con lo técnico, lo personal con lo público. Pero también es vulnerable si no logra transformar su narrativa de dolor en un proyecto político sólido, amplio y competitivo.

En la contienda de 2026, su figura podría ser la de un padre mártir convertido en líder, con el poder simbólico de su historia y el reto concreto de gobernar sin dejar de honrar el pasado.

Por: Juan Nicolás Pérez Torres – @nicolas_perez09

Del mismo autor: María Fernanda Cabal: la eterna disidente del uribismo que quiere cobrar su factura política

Última hora

Te recomendamos

Le puede interesar