“Estamos poniendo la casa impecable para liderar el agro colombiano en la próxima década”: Jeffrey Fajardo

Jeffrey Fajardo López, presidente ejecutivo de Porkcolombia, explica cómo la porcicultura afrontó el golpe al consumo en 2025 y las claves en sanidad, formalidad y mercados para fortalecer al sector en 2026.

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En un año marcado por la presión sobre el consumo de los hogares, la caída de precios y un entorno económico retador, la porcicultura en Colombia llega a 2026 tras una década de profunda transformación productiva y empresarial. Aunque el sector mantiene cifras positivas en crecimiento y aporte al agro colombiano, los desafíos en formalidad, sanidad animal y apertura de mercados obligan a reforzar una estrategia de largo plazo que garantice sostenibilidad y competitividad.

Este contenido hace parte de la Revista 360 – Edición 10: El año de las Decisiones, producto periodístico anual y exclusivo de 360 Radio, que analiza los sectores que marcaron el rumbo económico del país en 2025 y los desafíos estructurales que definirán la próxima década.

En entrevista con Revista 360, Jeffrey Fajardo López, presidente ejecutivo de Porkcolombia, hace un balance del impacto económico de 2025 en el consumo de carne de cerdo, explica por qué el sector se convirtió en un termómetro del bolsillo de los hogares y detalla las prioridades para 2026: fortalecimiento del estatus sanitario, combate a la informalidad, sustitución de importaciones y apertura de mercados internacionales.


Todo ello con una visión clara: “poner la casa impecable” para que la porcicultura lidere de manera responsable el futuro del agro colombiano.

Jeffrey Fajardo: la porcicultura se prepara para liderar el agro colombiano en la próxima década

Jeffrey Fajardo: la porcicultura se prepara para liderar el agro colombiano en la próxima década
Foto: Cortesía – Revista 360

Revista 360: ¿Qué balance hace del 2025 para el sector y qué le está diciendo el consumo de carne de cerdo sobre la economía de los hogares?

Jeffrey Fajardo López: 2025 fue un año de contrastes. Las cifras muestran crecimiento: el PIB del sector aumentó y sigue aportando valor agregado. Sin embargo, los productores perciben un mercado inusual frente a la estabilidad conocida. Empezamos bien, pero desde abril las condiciones cambiaron cuando millones de hogares declararon renta por primera vez y cientos de miles pagaron impuestos equivalentes a casi medio salario mensual, lo que obligó a endeudarse. Ese golpe redujo la demanda y afectó de inmediato la carne de cerdo. Aunque los números son positivos, muchos sienten que cierran un año difícil por la caída de precios.

La carne de cerdo es un buen termómetro del bolsillo: nuestro nivel de penetración supera el 98%, es decir, casi todos los hogares consumen al menos una vez al mes. Pero la pérdida de capacidad adquisitiva no impacta igual: un hogar de estrato 6 mantiene su consumo, mientras que uno de estrato 3 o 4 ajusta su dieta con fuerza. Allí opera la elasticidad ingreso: cuando bajan los ingresos, se sustituyen carnes por alimentos más baratos como arroz y huevo, reduciendo el acceso a proteína de calidad.

Revista 360: 2025 marcó la mitad de la década. ¿Qué aprendizajes deja este punto de inflexión sobre la transformación del sector y los retos de formalidad e institucionalidad hacia 2026 y la próxima década?

Jeffrey Fajardo López: Llegar a la mitad de la década nos llevó a hacer una pausa y mirar con perspectiva. Esta ha sido una década de transformación estructural: la porcicultura pasó a ser un sector próspero y pujante en generación de valor agregado. Empezamos la década con un Producto Interno Bruto similar al del café y, a media década, ya duplicamos el PIB del café, lo que muestra la contundencia del crecimiento.

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Si las cosas continúan como vienen, en la próxima década la porcicultura podría convertirse en la actividad más importante del agro colombiano. Pero ese liderazgo trae responsabilidades. Las empresas que conforman y lideran el sector deben tener la “casa” impecable: un tejido empresarial absolutamente formal, proyectos productivos en las regiones y cumplimiento de los más altos estándares de bienestar animal y sostenibilidad ambiental. Allí la formalidad y el control institucional son claves.

Todas las industrias en Colombia conviven con la amenaza de la ilegalidad y la informalidad, y la porcicultura no es la excepción: hablamos desde el robo de animales hasta focos de informalidad en el beneficio, que compiten deslealmente con quienes invierten y le apuestan al campo.

Este año hemos tenido discusiones profundas dentro de Porkcolombia porque los grandes jugadores y los grupos asociativos están cada vez más inconformes con tener que competir contra prácticas ilegales. Por eso, en 2025 nos embarcamos en una transformación basada en trabajo subregional, con nodos locales de producción, para comprometernos a cerrar en un plazo ágil esos circuitos de informalidad e ilegalidad.

No es solo un tema de justicia económica: desde el punto de vista sanitario, una explotación que cumple con la bioseguridad y el bienestar animal queda expuesta si al lado tiene un vecino que hace vertimientos a los ríos y no cumple estándares, poniendo en riesgo el estatus sanitario de toda la comunidad productiva.

Revista 360: ¿Cómo ve el entorno internacional y comercial de la porcicultura de cara a 2026, desde los riesgos en la región hasta la apertura de mercados y la sustitución de importaciones?

Jeffrey Fajardo López: El entorno externo tiene riesgos y oportunidades. Venezuela ha sido durante años un foco de riesgo sanitario muy profundo. Colombia, a través del ICA, el Ministerio de Agricultura y Porkcolombia, ha construido uno de los mejores estatus sanitarios del mundo, mientras que nuestro vecino no pertenece a la Organización Mundial de Sanidad Animal, no reporta hace años y no tiene un estatus claro, pese a tener una porcicultura pequeña y dispersa que representa un riesgo en la frontera.

Si se diera un cambio estructural en Venezuela, la primera oportunidad sería coordinar estrategias de control sanitario, como hoy lo hacemos con Ecuador. Más adelante podrían venir una recomposición de los nodos empresariales que abra espacio a inversión extranjera directa y, finalmente, un mercado importante para exportaciones de carne de cerdo colombiana cuando se recupere su capacidad de demanda agregada.

En paralelo, buscamos la apertura en Asia. Íbamos a recibir la visita del GACC, autoridad sanitaria de China, a comienzos de 2025, pero se frustró por tensiones entre EE. UU. y Colombia. Tampoco se concretó la intención de vincularse a la Franja y la Ruta. Esto nos deja el reto de cuidar la relación con EE. UU., origen de la materia prima para alimentar cerdos y aves, e insistir en el acceso al mercado más grande del mundo en carne de cerdo.

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China sigue siendo el objetivo principal, pero también hay expectativas con Filipinas, cuya autoridad sanitaria nos visitó, y Corea del Sur, donde ya hay importadores interesados. Si todo avanza, hacia 2027 podríamos exportar subproductos a China y productos de mayor valor agregado a Filipinas y Corea.

En el frente interno, la sustitución de importaciones es un eje central: nos hemos propuesto ser el agente que resuelva las asimetrías de información entre productores y compradores —comercializadores, grandes superficies y canal horeca— para reemplazar carne importada por carne colombiana en un trabajo de largo aliento que continuará en 2026.

Revista 360: En 2026 el país elegirá nuevo presidente. ¿Cuáles serían sus prioridades para el próximo Gobierno y las claves para que la porcicultura siga creciendo de manera responsable?

Jeffrey Fajardo López: Lo primero es la seguridad. Es indispensable que Colombia avance hacia un control real y efectivo de su territorio, que se convierta en un Estado en todo el sentido de la palabra, con presencia plena del Ejército y de las instituciones; ese es un clamor de todo el empresariado, especialmente del agro, que es el más vulnerable porque opera en zonas apartadas.

Lo segundo es la parafiscalidad: el fondo parafiscal de la porcicultura ha sido un ejemplo para América Latina e Iberoamérica; otros sectores envidian que Colombia tenga un fondo que permite desarrollar proyectos contundentes con recursos aportados por los productores, administrados de manera impecable, y proteger e impulsar esa parafiscalidad es clave para seguir creciendo.

Y lo tercero tiene que ver con los hogares: las familias colombianas no resisten más pagos de impuestos; los hogares no tienen voceros sectoriales, pero allí termina todo lo que produce el aparato empresarial, de modo que no tiene sentido que las necesidades de ingresos del Estado se sigan resolviendo con reformas que cargan aún más a las familias.

En mi opinión, lo que urge es una reducción sustancial del tamaño del Estado para tener un Estado eficiente, concentrado en seguridad, protección de bienes públicos, educación y salud, y que deje al sector empresarial hacer lo que sabe hacer; de lo contrario, se alimenta la informalidad, las familias prefieren no declarar y la carga se concentra en el empleo formal.

Frente a 2026, nuestra respuesta como gremio es clara: en Porkcolombia no improvisamos, trabajamos sobre un plan estratégico que va hasta 2030 y seguiremos enfocados en crecimiento ordenado, sustitución de importaciones, protección del estatus sanitario y sofisticación del consumidor, pase lo que pase en el frente político, con el objetivo de que 2026 sea un año de prosperidad para la porcicultura colombiana.

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