Confidenciales 360
En los juegos del poder, el ego siempre sale a flote. Los procesos de forma y tacto son vitales.
Luego de librar la batalla y ganarla, que es lo que significa ganar una elección presidencial, que no es cualquier cosa así algunos crean que sí, no todo es felicidad. A los presidentes les toca enfrentarse con una misión muy apetecida pero nada sencilla, y es conformar, no solo un gabinete de 17 nombres, sino quiénes lo van a acompañar en el Palacio de Nariño las 24 horas, quiénes van a viajar con él, quiénes son sus más cercanos colaboradores, los directores de entidades, agencias, direcciones y empresas del Estado, y eso tiene varios componentes: desde el político, el estratégico, el de la amistad y el del compromiso con el país.
El Estado tiene un tamaño tan grande, y más como lo ha dejado Santos, que se pueden cumplir toda clase de compromisos, pero a la hora de ubicar siempre hay preferencias, mejores puestos, unos que piden más y otros que piden menos, algunos que quedan en el olvido, las peleas internas eclipsan a una que otra persona que ayudó en campaña pero luego es desechada y eso le ha pasado a Duque en las semanas posteriores a su elección.
Ha cumplido, es innegable, con el compromiso de conformar un gabinete paritario y técnico, completamente alejado de la política, sin ninguna representación partidista y eso es nuevo en nuestro país. Es nuevo debido a que estábamos acostumbrados a que los presidentes se sentaran con los principales partidos que conformarían la coalición y les entregaba de a ministerio a cada uno de ellos y de esa manera garantizaba su gobernabilidad, así funcionó por lo menos en sus ocho años largos el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón.
Santos generó en la opinión pública una aburrición, una deslegitimación del Estado por cuenta de haber entregado entidades y posiciones principales del gobierno como un botín, y ahora por lo menos se cambia y se espera que resulte bien.
Duque, en ese sentido, se desconectó de algunos grupos políticos, incluido del mismo Centro Democrático, lo cual le generó problemas y algunas personas dentro de su partido creen que él no gobernará con ellos y que ya se está empezando a alejar de sus políticas.
A nivel de sus compañeros, Duque ha tratado de ser conciliador, ha hecho consultas a varias personas, incluido el expresidente Uribe en cada uno de sus nombramientos y él ha sido muy respetuoso y ha tratado de no meterse, escasamente dar uno que otro concepto. En cuanto a los partidos políticos hay una inquietud muy grande y han dicho: «seremos amables con el presidente, seremos estudiosos, pero tampoco que crea que va a encontrar una notaria y menos porque no nos ha dado participación», lo cual ya lo pone en aprietos.
Ha nombrado personas incómodas para algunos uribistas, personas que meses anteriores, años anteriores han atacado al expresidente Uribe, han atacado a algunos aliados del Centro Democrático, han apoyado a personas muy distantes de esa corriente, y unos que vienen de trabajar el gobierno de Juan Manuel Santos, que literalmente, pasarán su oficina el 6 del gobierno Santos, al 8 del gobierno Duque y se mudarán, a lo sumo, una cuadra de distancia.
Este el es caso de la nueva ministra de Cultura, quien viene de ser la mano derecha de Juan Fernando Cristo, la nueva ministra de Minas que también estuvo en el riñón del presidente Santos, entre otros personajes.
Para la posesión se conoce que se repartieron entre 2.500 y 3.500 invitaciones, a muchas personas que apoyaron en campaña no les llegó la invitación, a otros que se consideran aliados futuros del gobierno de Duque o por lo menos personas que él debe tener en buenos términos tampoco recibieron la invitación, a los que invitaron en su mayoría les dijeron que solamente era para una persona por lo cual muchos declinaron la invitación al no poder asistir con sus parejas, y ha trascendido que el manejo de la lista, que como siempre y todo lo de Iván Duque, no ha salido más allá de Luigi Echeverry, María Paula Correa y Alicia Arango.
Obviamente, los ofrecimientos que les hizo a algunas personas en embajadas aveces sonaron más a destierro político y eso tampoco generó buen ambiente en el Centro Democrático. Por ejemplo, la gota que rebasó el vaso fue el cóctel de Palacio, hubo inconformidad porque muchos que estarán en la posesión no van a poder ir al cóctel, averiguaron y se encontraron con que la lista se redujo a 500 invitados y lo que conoció este medio es que tocó cancelar el cóctel, dividirlo en tres días y así pueda a tender a todos como se merecen aunque por separado.
Duque tendrá que manejar con pinzas sus relaciones y tratar de no parecer que es un gobierno de retaliación, o por lo menos no que lo haga él, pero sí sus mandos medios que son los que suelen ejecutar ese tipo de acciones y que lo pueden poner en aprietos en un futuro, y como desde ya, no solamente complicarle su posesión sino sus primeros 100 días de gobierno.