La gran alianza

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En una democracia las contiendas electorales son unas típicas entre gobierno y oposición.


Por: Rafael Nieto Loaiza

En la baraja de candidatos a suceder al gobierno de turno hay unos que aseguran una cierta continuidad de sus planes, políticas y programas, y hay otros que proponen cambios importantes a ellas.

En esas elecciones gobierno – oposición, sin embargo, no se ponen en cuestión el modelo político o el económico que imperan en el estado. Los votantes tienen la certeza de que esos modelos continuarán, aunque gane un candidato cercano al gobierno o uno de la oposición. El ciudadano sabe que seguirá viviendo en democracia y que el sistema económico seguirá siendo fundamentalmente el mismo. Habrá cambios, claro, énfasis distintos, programas y políticas diferentes, pero los modelos de gobierno y economía continuarán en lo sustantivo.

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En consecuencia, en una democracia las elecciones son rutinarias y no suponen cambios estructurales del modelo. Por eso las democracias son, por definición, reformistas, no revolucionarias.

Sin embargo, en las democracias inmaduras o débiles, ocasionalmente ocurre que las elecciones no son las típicas entre gobierno y oposición sino unas entre quienes defienden el sistema democrático y quienes pretenden subvertirlo. Un ejemplo de esas elecciones “revolucionarias” son las de 1998 en Venezuela, donde triunfó Chávez.

Las amenazas y peligros que se ciernen sobre Colombia en el 2022 exigen la alianza de quienes defendemos la democracia y las libertades y creemos que el socialismo solo trae más pobreza y miseria.

La alianza no puede ser meramente electoral. Tiene que ser un acuerdo programático que sea la base, además, de la gobernabilidad. La agenda convenida es la que permitirá asegurar las mayorías en el Congreso, de manera que la coalición del nuevo gobierno tenga norte y hoja de ruta común.

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La alianza, además, debe contemplar los espacios de representación política de quienes en ella concurren. No puede ser una coalición para elegir sino para gobernar. Todos los que hagan parte de ella deben tener la certeza de que participarán de manera efectiva en la nueva administración. Es lo necesario y lo natural en los gobiernos de coalición.

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Y debe proyectarse más allá del próximo cuatrienio. Las elecciones del 2022 deben ser la base para una gran alianza que permita gobernar 16 o 20 años, dándole al país la estabilidad y la continuidad de las políticas que nos permitan derrotar al narcotráfico y a los violentos y dar seguridad a todos los ciudadanos y crecer a tasas sostenidas de 6%, reducir el desempleo a un dígito y construir una Colombia donde todos seamos propietarios. Es el desafío.

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