A merced de los delincuentes

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Es absolutamente trágico y genera una impotencia máxima el ver videos en donde queda en evidencia la «hazaña» de tantos delincuentes en las principales ciudades del país atracando personas. Parece que Colombia se acostumbró a vivir en esta realidad.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Inseguridad hay en la mayoría de ciudades del mundo, hay fleteos de todo tipo. En las ciudades más importantes los ladrones no le quitarían la vida a una persona por un celular o por una cartera pero en otras latitudes como en Colombia, concretamente en ciudades como Bogotá, sí. La vida cobra un valor mínimo, por no decir que nulo, en nuestro país y hemos visto cómo en el último año miles de casos se han registrado, pero pocos logran un castigo por parte de la justicia.

Es solo mirar el video que se filtró donde un policía en Antioquia llevaba un caso ante una fiscal sobre un robo de celular y esta le decía que eso era normal, que todos los días robaban celulares y lo amenaza incluso con compulsarle copias. Si los fiscales desestiman el robo de un celular, y por esto se han cobrado muchas vidas, pues no vale la pena analizar más allá de lo que tenemos en este país en el sistema judicial y en la Fiscalía.

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Tenemos otro Gobierno que fue incapaz e incompetente para hacer una reforma a la justicia, teniendo en cuenta que el actual Gobierno ha tenido cuatro ministros de Justicia en dos años y medio, eso es un argumento sólido y deja ver más o menos cuál es el panorama de ese sector en nuestro país.

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Esto no es de política, ni de ideología, ni de aspectos de diferencia, es solamente que la vida no prevalece en Colombia y eso es lo triste. No se garantiza el mínimo derecho a caminar en las ciudades porque una persona puede ser asesinada al hurtarle una pertenencia; ni hablar de las mujeres que son las más expuestas a los delincuentes. El miedo que sienten a la hora de tomar un bus de TransMilenio en Bogotá o cualquier ruta corriente en otras ciudades de Colombia como Medellín y Cali es espeluznante. La Policía da con la moral en el piso al ver que capturan a una persona más de diez veces; uno entiende su cansancio, su pereza.

En este Gobierno tampoco se lograron construir cárceles, como mencionaba no se logra una reforma a la justicia y se prorroga cada año la prohibición del porte de armas, por lo cual los delincuentes saben que van a la fija en cada una de sus fechorías, las personas no tienen cómo defenderse, si los capturan los dejan libres y en otros casos en medio de sus viajes en alucinógenos terminan matando a una persona por robarle.

No hay mucho más que agregar, realmente me duele escribir esta columna. No quisiera escribir sobre temas tan negativos aunque era uno de los propósitos más firmes hace un buen tiempo pero no puedo pasar ignorando esta difícil situación que padece gran parte del país, con personas que salen en sus bicicletas para ir a trabajar o que sencillamente están haciendo cualquier diligencia y son víctimas de delincuentes que siempre triunfan.

Ojalá cese pronto la horrible noche en este país, y aunque sería utópico plantear una erradicación total de los fleteos, no sería extraño pedir que la justicia opere, que a la Policía se le den las garantías y que permitan que la ciudadanía se defienda.

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