Para los abuelos, y en especial a mi abuela Virgelina

Compartir

No pretendo exponer un caso de la vida personal, solo que a veces sientes genuinamente una fuerza tan grande envuelta en amor por estos seres que nos han hecho la vida más feliz, más amable y en donde conocemos el amor real.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Sobre los abuelos se ha escrito mucho, se ha evidenciado con el paso del tiempo la importancia de un abuelo en una familia no solo por su experiencia, por sus historias, por sus sabias palabras o sus miradas en las que se ven reflejados sus sacrificios. Algunos siempre son recordados por su forma de trabajar, de cocinar, de cantar, de algún deporte o juego que les encantara; por fumar tabaco o pipa, abuelos que son lectores o incluso sus remedios caseros con los que a tantos nos han curado.

Me aventuraría a decir que la mayoría de personas hemos tenido la fortuna de tener y conocer más que todo a algún abuelo sea materno o paterno; quizá estemos quienes solo hemos conocido las abuelas maternas, otros solo habrán conocido los abuelos paternos y la verdad lamento mucho por quienes no han podido conocer a sus abuelos, pues es una experiencia que no se vende, tan única, increíble, tan mágica y la huella que dejan en la vida es imborrable porque con cada minuto que se pasa con ellos se aprende tanto, se aprende a ver la vida de otra manera, con otra perspectiva, a ver un poco más lento con los pensamientos, a pensar más las palabras, a darle el valor que se merece a cada suceso de la vida.

Nuestros abuelos son épicos, han tenido que afrontar sus días sin ninguna de nuestras tecnologías, sin esta modernidad que nos ha vuelto tan perezosos y sedentarios, sin tener todo a la mano. Nuestros abuelos han forjado generaciones inigualables, han creado ciudades, empresas, hogares llenos de amor, de resiliencia, hogares que se fundamentaban en lo humano, en lo real, en lo que había, en lo que se sentía. Lastimosamente, no se parece en nada a lo que vemos hoy; hemos caído, buena parte de la sociedad, en lo superfluo, en lo banal, en lo efímero pero que algunos creen que es eterno; de todo lo postizo, de todo lo que se edita pero que con el tiempo todo cae y todo pasa.

Le puede interesar:  ¡Las tarifas de energía al alza!

Esos abuelos que tuvieron tantas noches difíciles, que tuvieron todo un sistema de complejidades que realmente eran un verdadero reto para la vida. Si supiéramos todo lo que saben nuestros abuelos, entenderíamos que el mundo no ha cambiado tanto; hay muchas historias que se repiten bajo diferentes nombres pero honestamente qué bueno sería tener la sabiduría que ellos poseen. Ellos nos pueden enseñar fácilmente qué funciona y qué no, los abuelos nos enseñaron que podemos recorrer el mundo sin salir de una misma ciudad, que podemos conocer miles de personas y tener infinidad de experiencias, sin tener que presentarnos al mundo con falsas identidades.

LEER TAMBIÉN: Avancemos como nación en medio de las dificultades

Parece que nuestros abuelos nunca tienen problemas, más allá de los achaques de salud; siempre tienen una sonrisa, un abrazo, una felicitación; siempre están ahí para escucharnos, para darnos consejos y hacernos saber que todo va a estar bien. ¿Cómo no quererlos?, para mí es el primer y único amor incondicional que he conocido en mi vida, porque es un amor sin justificación, que no espera nada a cambio, que siempre está ahí como una fuente infinita. Es esa sonrisa que te puede alegrar un día gris porque sabes y sientes que es genuina, real, honesta, que no esconde nada.

Los abuelos han cuidado a sus nietos muchas veces como no cuidaron a sus hijos, algunos les acusan de alcahuetes porque siempre quieren para sus nietos lo mejor. Por ahí dicen que ser abuelo es tener la oportunidad de ser padre por segunda vez y corregir muchas cosas, hacer otras que se olvidaron o simplemente estar ya tan por encima del bien y del mal que solo te interesa como abuelo que tu nieto sonría.

Le puede interesar:  Desafíos económicos en Colombia: retos en tiempos inciertos para el 2024

Muchas veces vemos padres e hijos que no se quieren, pero casi siempre, me atrevería a decir, que tenemos abuelos que quieren a sus nietos y nietos que quieren a sus abuelos.

¿Cómo no querer a los abuelos, si tienen un cuerpo viejo con un alma tan joven? Son amables, pacientes, tienen gran humor, dan lecciones de vida y como diría Rudy Giuliani a veces te dan galletas, te ayudan a parar cuando te caes y te dan ese empujón que muchas veces necesitas en tu vida. Ellos no te juzgan, no te atacan; todo lo que hacen es desde el amor. Siempre te escuchan con interés y siempre quieren lo mejor para ti.

Son héroes que todo niño necesita y ese lugar tan especial que tienen en la vida de sus nietos se lo han ganado con creces, con elementos de sobra porque se convierten en un faro de luz en medio de una vida llena de complejidades.

Personalmente, he despedido a mi abuela María Virgelina Cardona este lunes 21 de junio. Ha fallecido con algo más de 100 años y aunque la valoré cada minuto que pude estar con ella solo cuando parten nos damos cuenta de todo lo que nos han enseñado, de cómo nos marcan, lo que nos dejan como instrumentos para la vida, de cómo transforman nuestras vidas desde el amor, la comprensión, el cariño, la bondad, la amabilidad y el respeto. A ella mi más profundo y eterno agradecimiento. 

Ojalá algún día, cuando sea abuelo, pueda ser tan bueno como lo fue ella. Aunque para mí es inigualable. Estaré agradecido por todo lo que hizo por mí y por mi familia. 

Descansa en paz, abuela.

Última hora

Le puede interesar

[mc4wp_form id=”74432″]