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Por: Gloria Díaz

Quizá este título suene a “meme” de redes sociales o a una popular serie mexicana, pero en realidad sí es una historia preocupante que tiene un inicio, pero no un fin. Las protagonistas son tres mujeres que conocí en un recorrido que realizamos con mi equipo en Ciudad Bolívar, sur de Bogotá. No son familiares ni amigas de la infancia, solo las une una realidad que, hoy por hoy, toca a un amplio porcentaje de la población femenina del país.

Voy a hablar de ellas: Luz Marina, de contextura gruesa y una actitud arrolladora, a sus 61 años no tiene empleo ni sustento fijo. Vive del día a día, a veces vende bolsas para la basura o recoge frutas de árboles plantados en el sector para hacer mermelada, ofrecérsela a sus conocidos, ganarse unos cuantos pesos y así tener cómo pagar la habitación donde vive. Ha buscado trabajo, pero su edad es una piedra en el camino, solo recibió el subsidio por pandemia en dos ocasiones y no volvió a saber nada de él y aunque ha buscado respuestas del porqué, ya no recibe nada, no las ha encontrado.

Yudi Orjuela, 31 años, madre cabeza de hogar. Perdió su empleo por un recorte de personal que tuvo que hacer la empresa donde laboraba, producto de los estragos que ha generado el manejo del COVID – 19 en la economía. Aunque ha pasado hojas de vida, no ha sido posible vincularse, por eso tuvo que acudir a la venta de helados en la calle para poder sostener a su hijo.

Y, finalmente, Luz Mary, también se quedó sin empleo por las mismas razones que Yudi. Ella lleva más de un año cesante, se ha valido de su talento para sobrevivir, pinta porcelanas religiosas que ofrece a la gente de su barrio. Su esposo es vigilante y su sueldo tiene que estirarse para atender las necesidades de cuatro personas, pues sus dos hijos, aunque han tocado muchas puertas, no han podido iniciar su vida laboral por falta de experiencia. 

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¿Qué une a estas tres mujeres? Sin duda, el desempleo, sumado a la brecha de género. 

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la población ocupada en el país es de 20,8 millones y las personas desocupadas alcanzan los 3,4 millones. Pero mucha atención a esto: la misma entidad reporta que 12,0% de los desempleados del país son hombres y 21,0% mujeres. Pero si nos detenemos a ver las cifras desglosadas según el nivel educativo nos encontramos que de los que no tienen ningún tipo de formación académica, 7,6% son hombres y 12,2% mujeres, de los que cuentan con primaria y secundaria 10,1% son hombres y 19,5% mujeres, quienes tienen estudios técnicos o tecnológicos, 14,9% pertenecen a la población masculina versus 21,6% a la femenina. Ahora, ¿cómo creen que está la situación de los que lograron tener educación superior y postgrado? Pues 13% son hombres y 16% mujeres. Una preocupante historia, ¿verdad?

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¡En todos los casos las mujeres sufren mayor desempleo!, hecho al que se le tiene que prestar atención de manera urgente.

Así como hubo mujeres que perdieron su empleo debido a los estragos que ha dejado el manejo de la pandemia, también encontramos casos en donde las madres tuvieron que abandonar sus labores para dedicarse al cuidado de sus hijos durante el confinamiento y la virtualidad académica. 

Tuve la oportunidad de hablar con una joven madre cabeza de hogar, su nombre es Leidy Sánchez y vive en el barrio Quiroga, localidad Rafael Uribe Uribe, tiene dos hijos de 6 y 4 años, que claramente, necesitan de su presencia total para garantizar que aprendan a través de las sesiones virtuales que hacen los profesores de su colegio. ¿Qué decisión tuvo que tomar? Dejar a un lado su empleo y dedicarse a sus pequeños mientras que el COVID -19 permite el retorno a las aulas. Afortunadamente, en este caso, ella contaba con el apoyo de su familia, pero, ¿y las que no lo tienen? 

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La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) destacó la salida de las mujeres de la fuerza laboral de la región durante el 2020 como consecuencia de la demanda de cuidado de sus familias durante la pandemia y por esa misma razón, no han vuelto ha buscar trabajo. Asimismo, advirtió que el desempleo femenino reduce los ingresos de las familias y que, teniendo en cuenta la representación de las mujeres en los hogares, unos 118 millones de ellos podrán caer en pobreza.

Es urgente generar y promover empleo para las mujeres como parte de la reactivación económica del país. Así como acelerar la reapertura de los colegios con estrictos protocolos de bioseguridad, pues es claro que ellas necesitan retomar sus empleos y los cierres de las instituciones educativas, en la mayoría de los casos, no les permite hacerlo debido a la gran carga desigual de la tarea de cuidado no remunerado que recae sobre sus hombros. 

Historias como las que involucran a Luz Mary, Yudi, Luz Marina y Leidy se repiten en muchos hogares y parecieran no tener una solución ni un final que les permita mejorar su calidad de vida y brindarles condiciones dignas a ellas y a sus familias para continuar el camino. 

Por esto, se hace necesario que los distintos actores a quienes corresponde tomar decisiones sobre política pública, se concentren en generar oportunidades de empleo y, sobre todo, valoren las capacidades, dedicación y empeño que la población femenina le aporta al país. Las mujeres no tienen que verse más afectadas y pagar en mayor medida los costos de la pandemia.

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