Al Estado le queda grande el país

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Es algo con lo que se ha convivido, y  se ha manejado delegando el control.


Por: Rudolf Hommes

El Gobierno ha anunciado que uno de los problemas que va a intentar resolver en el marco del gran pacto por Colombia es el de la corrupción. Ya tuvo lugar una reunión en Palacio con la oposición y los independientes que puede ser el punto de partida para comenzar a trabajar en esa dirección, pero hace falta plantear en qué otros temas de igual o mayor relevancia es urgente trabajar con el concurso de todos ellos en desarrollo de ese posible pacto.

El principal problema que ha tenido Colombia desde el principio, y nunca ha resuelto, es que al Estado siempre le ha quedado grande el país. Es algo con lo que se ha convivido, y se ha manejado delegando el control de vastas regiones a donde no alcanza a llegar el Estado a élites locales o tratando de mantener a raya a quienes se toman a la fuerza porciones muy extensas de territorio y ejercen ‘de facto’ la autoridad y el control. Como dice Jaime Castro, “tenemos más territorio que Estado”. Somos, quizás, el único país de Suramérica que no controla sus fronteras, y hemos permitido que vastas regiones sean dominadas por fuerzas irregulares, criminales o élites proclives a la violencia y la arbitrariedad.

Posiblemente, el mayor error que se cometió en el desarrollo de los acuerdos de paz fue no haber ocupado los territorios en donde las Farc actuaban como sustituto del Estado. Se creó un vacío de poder en ellos que han tratado de llenar otras fuerzas criminales, disidentes de las Farc y el Eln. En esas zonas ocurren con mayor frecuencia los asesinatos de líderes sociales. La población civil está desamparada, y los criminales y los vivos están deforestando y destruyendo el equilibrio ambiental, cerrando corredores ecológicos y poniendo en peligro la biodiversidad.

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Carlos Caballero, hace dos semanas, propuso en este diario tres áreas claves para desarrollar el gran pacto nacional que propone Duque. Una de ellas es hacer presencia de Estado en todo el territorio, algo a lo que también se refiere Jaime Castro (‘Pacto por Colombia y políticas de Estado’, EL TIEMPO, 14 de julio de 2018). Sin que se desatiendan los otros dos objetivos, es urgente que se le preste toda la atención a buscarle soluciones al problema de adquirir control y hacer presencia plena del Estado en toda Colombia. Como la guerra, esto es de tal importancia que no se les puede dejar a los generales. Quizás por exceso de deferencia con ellos, no se ocuparon oportunamente los territorios que entregaron las Farc cuando se retiraron.

Se está gestando en esas regiones lo que Daniel Pécaut llama un “nuevo conflicto de violencias abiertas”, que él mismo dice que no hay que dejar que prospere. Se tienen que enfrentar ahora criminales y otros grupos armados más violentos, y se perdería todo el progreso en la pacificación del país que se ha logrado a partir de 2002 si se deja que ellos asuman control de esas regiones. Es indispensable someter a la guerrilla si no se consigue un acuerdo, y a las mafias que ejercen control territorial. Esa debe ser la misión prioritaria del Ejército y la Policía Nacional, que deben cumplir autónomamente. Ellos y todo el Gobierno tienen que esforzarse también para ganarse el respeto y los corazones de la gente, y generar plena capacidad de prestar los servicios del Estado.

Eso posiblemente requiere que se organicen brigadas especializadas de la Fuerza Pública o cuerpos de élite del Ejército y la Policía y se revise la doctrina militar. También exige que se abandone la creencia de que se puede escoger entre déficit de Estado o déficit fiscal. Hay que eliminar el déficit de Estado y ver cómo financiar el otro. El problema es de tal magnitud que amerita buscarle soluciones en el marco del pacto por Colombia con aportes y apoyo de la oposición.

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