Álvaro Uribe, otros líderes y empresarios que evitaron la crisis entre Colombia y Estados Unidos

Líderes políticos como Álvaro Uribe y diplomáticos como el embajador Daniel García-Peña evitaron una crisis diplomática entre Colombia y EE.UU. UU., tras la negativa de Petro a recibir vuelos militares con deportados.

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El presidente de Colombia, Gustavo Petro, protagonizó una intensa controversia que nos llevó al borde de una crisis diplomática al rechazar la llegada de dos aviones militares estadounidenses con colombianos deportados desde Estados Unidos, lo que causó una rápida reacción como la del expresidente Álvaro Uribe.

Este episodio, que ocurrió el pasado domingo, tensó las relaciones bilaterales y generó una crisis que involucró a altos mandos políticos de ambos países, hasta llegar a un acuerdo que evitó mayores repercusiones económicas y diplomáticas.

Petro, conocido por su postura crítica hacia políticas migratorias que consideran inhumanas, se sorprendió al mundo político con un mensaje publicado en redes sociales en el que expresó: «EE.UU. no puede tratar a los colombianos migrantes como criminales».

En este anuncio, también informó sobre la prohibición de aterrizaje para aviones militares estadounidenses en territorio colombiano, marcando el inicio de una jornada llena de tensiones.

Reacción de la administración Trump: La respuesta del expresidente Donald Trump no se hizo esperar. Horas después del anuncio de Petro, el entonces mandatario de Estados Unidos amenazó con imponer aranceles del 25% a las exportaciones colombianas, que podrían aumentar al 50% en pocos días.

Además, suspendió visas para funcionarios del gobierno colombiano y sus asociados. En palabras de Trump, «estas medidas son solo el comienzo».

Petro, lejos de ceder, respondió con la imposición de sanciones a Estados Unidos, declarando: «Ustedes nunca podrán dominarnos».

Este intercambio escaló rápidamente, avivando la preocupación de empresarios y políticos colombianos, quienes temían un impacto devastador en sectores clave como el café, las flores y el petróleo, los cuales dependen significativamente del mercado estadounidense.

¿Qué papel cumplió Álvaro Uribe?

Intervención diplomática para evitar un desastre: La crisis movilizó a figuras de diferentes sectores políticos en Colombia. Incluso Álvaro Uribe, reconocido adversario político de Petro, ofreció su ayuda para mediar en la situación.

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Líderes políticos como Álvaro Uribe y diplomáticos como el embajador Daniel García-Peña evitaron una crisis diplomática entre Colombia y EE.UU. UU., tras la negativa de Petro a recibir vuelos militares con deportados.

Según fuentes cercanas, Álvaro Uribe estableció contactos con altos funcionarios en Washington, incluido el secretario de Estado, Marco Rubio, con el objetivo de desactivar la disputa.

Por otro lado, el embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García-Peña, jugó un papel crucial en las negociaciones. «A pesar de las dificultades, este episodio demuestra que la diplomacia sigue siendo la mejor herramienta para resolver diferencias», afirmó.

Durante horas, García-Peña mantuvo comunicación constante con la administración Trump y con Petro, buscando un acuerdo que permitiera superar el impasse.

Finalmente, en la noche del domingo, la Casa Blanca anunció que Colombia había aceptado recibir los vuelos de deportación, bajo condiciones específicas que garantizarían un trato digno a los migrantes.

El trasfondo de la polémica: El rechazo inicial de Petro a los vuelos de deportación se dio en un contexto marcado por informes provenientes de Brasil sobre el trato degradante que recibieron migrantes en un vuelo no militar desde Estados Unidos.

Entre los detalles denunciados estaba el uso de esposas y condiciones que el gobierno brasileño calificó como «inaceptables».

Luis Gilberto Murillo, canciller saliente de Colombia, explicó que la decisión de Petro tuvo dos motivaciones principales: el respeto a los derechos humanos de los deportados y el desacuerdo con el uso de aviones militares en estas operaciones.

«El presidente no estaba completamente informado sobre el cambio de política en Estados Unidos que autorizaba el uso de estos aviones para deportaciones», señaló Murillo.

El acuerdo alcanzado el domingo estipuló que los colombianos deportados no serían esposados ​​y serían escoltados por funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional, en lugar de personal militar.

También se prohibió la toma de fotografías de los deportados a bordo de los vuelos, un gesto que buscó mitigar el impacto mediático de estas operaciones.

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Implicaciones económicas y políticas: El episodio puso en evidencia la compleja relación entre Colombia y Estados Unidos. Aunque Colombia es uno de los aliados más importantes de Washington en la región, las tensiones migratorias y comerciales podrían cambiar el panorama diplomático.

Los expertos advierten que una ruptura en esta relación podría acercar a Colombia a otros socios estratégicos, como China, que ya ocupa el segundo lugar como destino de exportaciones colombianas.

Will Freeman, investigador del Consejo de Relaciones Exteriores, destacó que la postura firme de Trump frente a Petro refleja la prioridad de su administración en temas migratorios.

«La amenaza de sanciones económicas busca enviar un mensaje claro a otros líderes latinoamericanos sobre las consecuencias de no cooperar con Estados Unidos en esta agenda», señaló.

Mirando hacia el futuro: Aunque la crisis fue superada, los retos para la administración de Petro no han disminuido. El presidente enfrenta desafíos internos como la violencia en la frontera con Venezuela y el cumplimiento de sus promesas de paz.

Además, deberá gestionar cuidadosamente las relaciones con Estados Unidos para evitar futuras confrontaciones que puedan perjudicar a la economía colombiana.

Por ahora, las medidas adoptadas incluyen la implementación de protocolos más claros para evitar incidentes similares en el futuro. «Este episodio nos deja lecciones importantes sobre la necesidad de fortalecer los canales diplomáticos», concluyó Murillo.

Mientras tanto, el foco sigue sobre los migrantes colombianos que quedaron en el centro de esta disputa. La controversia ha reavivado el debate sobre el respeto a los derechos humanos en los procesos de deportación y el papel de los países receptores en garantizar condiciones dignas para sus ciudadanos.

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