Germán Vargas y Álvaro Uribe Vélez, vistos desde un punto externo y sin tener en cuenta las peculiaridades de la política en sus acuerdos, sus desacuerdos, sus desaveniencias, etc. Tienen más puntos en común que puntos que los separan: los dos han sido víctimas de la violencia, los dos fueron aliados en el pasado y compartieron valores de la defensa del Estado colombiano ante la amenaza del terrorismo.
Fueron congresistas brillantes, promulgaron leyes destacadas para el país, y sin duda alguna tienen una visión económica de la nación soportada en la defensa de la empresa privada en una economía libre, productiva, competitiva y con una férrea defensa de un Estado Social de Derecho.
Si bien existieron fuertes diferencias en el pasado, sobre todo por la gran animadversión que siente el ex presidente respecto a Juan Manuel Santos y hacia muchos colaboradores de Santos, y si bien esto ha venido disminuyendo con el paso del tiempo, en buena hora lo que no ha sido posible es ese café, esa conversación que muchos quisieran que se den personas que son amigos de Vargas por un lado y amigos de Uribe por otro.
Recientemente, en una visita relámpago que organizó Germán Vargas a Antioquia esta pasada semana, hubo mucha gente que quiso ir, pero no fue convocada por un problema de organización y de apertura a nuevos sectores que no sean los mismos que han rodeado a Vargas en los últimos años.
Fue imposible no sentir otra vez el fuerte llamado de los dos sectores, el uribismo y el vargasllerimso, y de los que conviven en los dos a que es importante que esa conversación se dé.
Primero, porque parece haber una conciencia de la derecha en Colombia basada en que no se puede llegar divididos a las elecciones para enfrentar a la izquierda o al centro izquierda, y que generar divisiones en esos meses del 2026 sería muy contraproducente y es todo lo que quieren evitar.
Bajo ese aspecto, se ha hablado de consultas interpartidistas, anticipando esas consultas unas elecciones internas en los partidos. Se ha hablado mucho también de cómo guía el Congreso de la República y establece un frente común de Defensa del Estado.
Una conversación pendiente con Álvaro Uribe
No ha existido y «este medio lo puede confirmar así» un no rotundo por parte de Uribe o de Vargas a esa conversación; es cierto que tampoco ha existido una luz verde para coordinar aquello que muchos aspiran pueda darse antes de enero del próximo año.
Germán Vargas no descarta ser candidato presidencial y dentro de Cambio Radical hay movimientos para el caso en que Vargas no sea el candidato o sea uno de sus congresistas el candidato. Vargas sigue recibiendo apoyos en reuniones muy privadas. Los números y las encuestas le han favorecido un poco más respecto a mediciones de años anteriores.
Siempre que se habla de Germán Vargas Lleras hay un común denominador: se dice que le cabe el país en la cabeza, es un estadista, sería un gran presidente, conoce el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, y además conoce las regiones. Ha aprobado ser un ejecutor. Pero está faltando siempre ese último peso para el centavo.
Quizás sería más claro un panorama con los partidos que comparten ciertas líneas ideológicas, convicciones y valores, si definieran el mecanismo de tener un candidato único y desde ya empezar a entender qué es lo que van a hacer si llegan al poder en el 2026.
Prepararían una agenda de país, un gran consenso con unos hitos fundamentales, pero no darse porrazos hasta mayo del 2026 entre los mismos sectores para llegar divididos y muy seguramente quedar por fuera de una segunda vuelta.
¿Probabilidades del café? Son altas, se podría dar, pero tampoco es un escenario seguro y dependerá mucho de los amables componedores que pretendan organizar esta reunión, que, de salir bien, sería determinante para las elecciones del 2026.