Lleva consigo una tremenda capacidad de discurso, discernimiento, visión de la sociedad y confianza. Busca reconciliar a un país en torno a lo que nos une, dice querer brindar oportunidades para todos y superar una etapa más que larga y nefasta para nuestro país; la guerra. Creo que está por encima del bien y del mal, sin embargo, su inmersión en la política se puede cuestionar desde su responsabilidad con el proceso de paz que el negoció.
Por: Andrés Felipe Gaviria
Cuando se firmaba el acuerdo de paz muchos decían que el próximo presidente era De La Calle, sinónimo de lo que significaba una paz anhelada para todos los colombianos, no parecía traída de los cabellos y tenía mucha razón, por lo menos hasta el punto de que tenía grandes opciones. Su papel en la mesa de negociaciones fue necesario, vital, útil e indispensable, me atrevería a decir que sin Humberto de la Calle difícilmente se habría firmado el proceso de paz, pues su templanza, franqueza y conocimiento son escasos en épocas de embusteros y falsos profetas. Muchos pensaron que era el candidato ideal para ser la continuidad de este gobierno y lo situaron incluso por encima de Fajardo, creyeron que la exposición con el proceso de paz le serviría para arrancar con ventaja, pero no. Lo cierto es que hoy Humberto de la Calle está muy solo, en poco o nada lo acompaña su partido y el gobierno Santos.
El país atraviesa por una situación coyuntural espinosa, difícil de entender y comprender con objetividad, más en un momento de evidente polarización. De la Calle cuenta con una herramienta poderosa que es la palabra y la capacidad de poner a conversar a unos con otros, de tener el respeto de los mas férreos opositores y de brindar garantías para todos. No entiendo aun así por qué lo devaluaron tan rápido, cuando podía ofrecer mucho más que otros candidatos de su mismo sector.
Uno de los problemas es que no es político regateador de los que conocemos, no tiene malicia y es poco estratégico, lo cual en estos momentos es necesario y elemental. Creo personalmente que su decisión de haber abandonado el proceso de paz fue errónea, ese proceso era su hijo y como tal el tenía que haber estado acompañándolo por lo menos en sus primeros pasos, pero no fue así. La política lo sedujo y prefirió ese camino, a ser responsable de algo tan grande como un proceso de paz con las FARC, hecho significativo para la historia del país.
Hoy parece desahuciado, se notó que tenía serios miedos y reparos sobre el panorama electoral cuando decidió salir a buscar alianzas con Fajardo y otros para hacer una consulta el 11 de marzo, invitación que no tuvo éxito. Las encuestas no lo favorecen mucho y no cuenta con una estructura política sólida. Este análisis se lo hago en la semana del 6 de febrero, no puedo jugar al brujo y darlo por fulminado, pero todo pareciera que De La Calle tendría mas opciones si decide adherirse a una candidatura antes de la primera vuelta, por que de lo contrario podría perder de fea forma y no salir por la puerta grande de la arena política.
Es claro que no tiene el respaldo del gobierno, tampoco de los grandes empresarios ni de los medios de comunicación. Puede converger en el sector de Fajardo y Petro, pero los egos de los tres no permitieron que se cuajara una candidatura única para ir a primera vuelta, cosa que hubiera sido exitosa pues tendría muchas posibilidades de éxito. Hoy esos otros dos candidatos están por encima de De La Calle. En aras de la sinceridad y la racionalidad, es bueno que De La Calle tome consciencia de que hoy está solo y al paso que va no va a tener un futuro promisorio en esta contienda electoral. El no quiere ser vicepresidente, dice que ya lo fue y no le interesa. En los debates podría subir, pues tiene grandes cualidades en su discurso, pero la pregunta que radica es cuanto subiría y si eso le ayudaría en algo sustancia.