¡Asesinar en serie, paga!

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POR: RAFAEL NIETO LOAIZA

Aceptemos que había que cambiar balas por votos. Pero el costo es excesivo, es antidemocrático y siembra las semillas de nuevas violencias.

Para empezar, aunque la Constitución establece que no podrán aspirar a cargos de elección popular quienes hayan sido condenados por delitos comunes, todos los miembros de las Farc podrán hacerlo. Incluso los responsables de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Además, los responsables de estos crímenes podrán ser electos y ejercer sus cargos mientras que cumplen su “condena”.

No fue suficiente. En el Acuerdo se establecen diez curules para las Farc en el Congreso que ocuparán sin tener que sacar un solo voto. Las mismas curules que la Alianza Verde y más que las del Polo y Mira. A esas curules directas hay que agregar 16 más en la Cámara de Representantes en las “circunscripciones especiales de paz” que se crean en el acuerdo en las “zonas especialmente afectadas por el conflicto”, es decir, las de las Farc, donde los partidos que hoy “cuentan con representación en el Congreso no podrán inscribir candidatos”. Los ciudadanos de esas circunscripciones serán los únicos que tendrán derecho a dos votos, porque elegirán esos 16 representantes “sin perjuicio de su derecho a participar en las elecciones ordinarias”.

Además, el partido que creen las Farc, así no reciba un solo voto, recibirá el 10% de los recursos que destine el Estado para financiar a los partidos políticos y un 5% adicional para financiar “la difusión y divulgación de su plataforma”. En total, 5.271 millones, más que los conservadores, Cambio Radical y el Centro Democrático, ¡y más que la Alianza Verde, el Polo y el Mira juntos!

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Agregue el lector que el partido de las Farc tendrá acceso preferente a un nuevo canal de TV y que el Estado montará 31 emisoras “comunitarias” que “administrará” la cooperativa que van a montar las Farc para controlar el dinero que el Estado les dará a sus desmovilizados.

Las Farc tendrán ventajas para sus miembros y recibirán beneficios que no tiene ninguno de los partidos hoy. El mensaje pedagógico es clarísimo: para hacer política, ¡asesinar en serie, paga!

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