En un reciente informe del Foro Económico Mundial (WEF), se evaluó la transición energética de 120 países, revelando avances y retrocesos significativos en diversas regiones del mundo. Aunque 107 de estos países han mostrado progreso en la última década, el ritmo global de esta transición se ha ralentizado considerablemente.
El documento destaca que las políticas energéticas de 107 naciones han avanzado en la última década, pero la velocidad de adopción se ha visto afectada por varios factores. La volatilidad económica, las crecientes tensiones geopolíticas y los rápidos cambios tecnológicos han sido obstáculos importantes para un progreso más acelerado. A pesar de estos desafíos, el informe señala un aumento en las inversiones globales en energías renovables y un notable avance en la transición energética en África subsahariana, lo que aporta un rayo de esperanza.
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El panorama en América Latina y el Caribe es mixto. La región ha experimentado el crecimiento más lento en términos de transición energética, con las puntuaciones del Índice de Transición Energética (ETI) aumentando solo un 3% en la última década. Este crecimiento limitado se atribuye en gran medida a la dependencia de la energía hidroeléctrica y a una caída del 70% en la inversión en energías renovables durante el mismo período. Además, factores como la educación, el capital humano y la innovación han sufrido descensos, complicando aún más el progreso.
Análisis de la transición energética en Colombia según el informe del WEF
En este contexto, Colombia se destaca positivamente al ubicarse como el quinto país más favorable en la región, solo superado por Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay. A nivel mundial, Colombia ocupa el puesto 35, con un índice ETI de 60,7 en 2024. Este posicionamiento refleja los esfuerzos del país por diversificar su matriz energética y mejorar sus políticas en favor de las energías renovables.
Aunque aún enfrenta desafíos significativos, como la dependencia de la energía hidroeléctrica y la necesidad de mayores inversiones en innovación y capital humano, Colombia muestra un camino prometedor en su transición energética. Continuar fortaleciendo sus políticas y aumentar las inversiones en áreas clave será crucial para mantener y mejorar su posición en futuros informes.
Por qué es importante: La transición energética es esencial para mitigar los efectos del cambio climático y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Para Colombia, avanzar en esta transición significa no solo contribuir a los esfuerzos globales de sostenibilidad, sino también asegurar un futuro energético más seguro y estable. Mejorar la eficiencia energética y aumentar el uso de fuentes renovables puede reducir los costos de energía a largo plazo y fomentar el desarrollo económico sostenible.
Detalles: El informe del WEF resalta que Colombia ha mejorado su índice de transición energética a 60,7 en 2024, colocándose en el puesto 35 a nivel mundial. Este avance se debe en parte a las políticas implementadas para fomentar la energía solar y eólica, así como a los esfuerzos por reducir las emisiones de carbono. Sin embargo, la dependencia de la energía hidroeléctrica sigue siendo un desafío, especialmente en épocas de sequía que pueden afectar la producción energética del país.
Contexto: A nivel regional, América Latina y el Caribe han mostrado un crecimiento limitado en su transición energética. Con un aumento del índice ETI de solo el 3% en la última década, la región enfrenta desafíos significativos, como la caída del 70% en la inversión en energías renovables. Este descenso se debe a factores económicos y políticos que han limitado el desarrollo de infraestructuras necesarias para una transición energética más robusta.
Panorama general: El informe del Foro Económico Mundial subraya la necesidad de un equilibrio en la transición energética global, un desafío complicado por la volatilidad económica y las tensiones geopolíticas. A pesar de estos obstáculos, el crecimiento en inversiones renovables y los avances en algunas regiones son señales positivas. Para Colombia, continuar fortaleciendo sus políticas energéticas y mejorar la inversión en innovación y capital humano será fundamental para mantener y mejorar su posición en futuros informes.
En conclusión, aunque el ritmo global de la transición energética se ha ralentizado, Colombia ha logrado destacarse positivamente en América Latina. El país debe seguir trabajando en sus estrategias energéticas para enfrentar los desafíos actuales y aprovechar las oportunidades de crecimiento en el sector de las energías renovables.
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