El atraso de Pacífico 1 ahoga el desarrollo regional del suroeste antioqueño

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Varios meses después de las primeras alertas públicas sobre un posible colapso en la Troncal del Café, los proyectos viales en Pacífico 1 siguen sin concluirse, prolongando una crisis de movilidad y desarrollo en el Suroeste antioqueño. Estas obras, las cuales hacen parte clave del programa de autopistas 4G, prometían mejorar la conexión entre Medellín y el Eje Cafetero, reduciendo tiempos de viaje y fortaleciendo la competitividad de la región. Sin embargo, su ejecución se ha visto marcada por retrasos, negligencia y una aparente falta de presión por parte de las autoridades nacionales hacia el concesionario encargado, Covipacífico, filial de Corficolombiana, la cual pertenece al Grupo Aval.

En agosto de 2024, la veeduría Elefante Blanco advirtió públicamente sobre el riesgo de colapso vial en la Troncal del Café. La denuncia apuntaba directamente a la ANI (Agencia Nacional de Infraestructura), señalando que, pese a conocer la situación, no había exigido acciones inmediatas a Covipacífico. Un año después, los problemas persisten y la inconformidad crece entre las comunidades y los mandatarios locales.

Fallas en la planeación y desconocimiento de la geotecnia local agravan el retraso en la ejecución en Pacífico 1

Uno de los puntos más críticos es el peaje de Amagá, señalado como uno de los mayores cuellos de botella del país. La falta de avances en los tramos pendientes de Pacífico 1, los cuales suman tres años de atrasos, obliga a miles de conductores a soportar largas filas diarias, afectando el transporte de carga, el turismo y la calidad de vida de los habitantes de la región. En protestas recientes, ciudadanos y líderes sociales han utilizado figuras de elefantes como símbolo del “elefante blanco” que, a su juicio, representan estas obras inconclusas.

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Pacifico 1 1

“Las situaciones dolorosas siguen vigentes. El peaje de Amagá, el intercambiador vial de Primavera, el intercambiador vial del Café en Bolombolo, los puentes peatonales en el sector de Camilo C., los 3,2 kilómetros a calzada sencilla que hoy son un embudo entre el peaje de Amagá y Cuatro Palos… sí, la entrega de los 13,2 km es un bálsamo, pero falta mucho por hacer”, enfatizó Norman Correa.

La inconformidad también se refleja en la postura de varios alcaldes del Suroeste y otros actores políticos como Norman Correa. Según declaraciones recientes, hay un “descontento muy grande con Covipacífico” debido a su lentitud y falta de respuestas claras. Un ejemplo de ello es la obra de estabilización en el sector de Sinifaná, contratada el pasado 29 de julio, que llegó después de meses de insistencia de las autoridades locales y aún no muestra avances significativos.

“Yo no sé si conocen bien la geotecnia de Antioquia, porque hay ingenieros de Pacífico 2, por ejemplo, que han podido solucionar los impases que han encontrado en ese sector. Yo no sé si estos ingenieros de Pasto sí conocen bien nuestra geotecnia, nuestra topografía, y si traen las soluciones de ingeniería más adecuadas. Ahí, cuando el gobernador plantea que le entreguen las vías, yo lo que plantearía más bien es que Pacífico 1, Grupo Aval, CorfiColombiana, que son los dueños de esta concesión, establezcan una posibilidad de venta y que, ojalá, un grupo como Argos, que es el responsable de Pacífico 2, tomara esa vía, porque, en manos del gerente de Pacífico 2, el doctor Gustavo Bernal, seguramente hoy tendríamos soluciones prontas, y no como nos pasa con Pacífico 1, que todo es el punto y coma del contrato”, explicó Norman Correa.

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Las críticas no se limitan a la gestión técnica. Voces de la región sostienen que desde Bogotá no hay disposición para escuchar ni buscar soluciones conjuntas con el departamento de Antioquia. Además, señalan que existe una resistencia política a confrontar al concesionario, vinculado al empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo, uno de los hombres más influyentes del país.

Mientras tanto, la ANI guarda silencio público frente a los cuestionamientos, y el cronograma de finalización de Pacífico 1 sigue siendo incierto. La situación plantea interrogantes sobre la eficacia de los contratos de concesión y la capacidad del Estado para garantizar que las obras de infraestructura estratégicas se cumplan en los tiempos y condiciones pactadas.

El caso de Pacífico 1 es más que un problema vial, es un ejemplo de cómo la falta de ejecución y supervisión en proyectos de gran envergadura puede frenar el desarrollo regional, aumentar los costos logísticos y deteriorar la confianza ciudadana en las instituciones. La región espera que las promesas se cumplan y que los elefantes blancos se conviertan, por fin, en vías terminadas que impulsen el progreso del Suroeste antioqueño.

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