¿Por qué dejar tiradas a las PyMEs que aportan el 80,8% del empleo del país, pero se quiere salvar a dos sectores que anteriormente no han tenido ni el mínimo de compasión con Colombia?
EDITORIAL
Estamos ante una petición de la aerolínea más importante del país, tal y como lo es Avianca, una compañía que realmente concentra un monopolio, porque aunque sus competidores hagan un gran esfuerzo jamás lograrán las cifras que esta aerolínea tiene en cuanto a ventas, pasajeros y cobertura.
Avianca se ha convertido a través de los años, aparentemente, como una empresa símbolo del país, pero lo cierto es que esta aerolínea hace muchos años dejó de ser una empresa colombiana.
Recordemos que esta aerolínea fue vendida a extranjeros en 2013 y su domicilio ya no está en Colombia.
Como si fuera poco, los verdaderos dueños de esta empresa, Germán Efromovich, United Airlines y Roberto Kriete, hoy están perdidos.
Además, los actuales y pocos accionistas de Avianca van a terminar diluidos luego de este proceso de bancarrota y simplemente terminarán perdiendo cada una de estas semanas hasta que se queden sin ninguna participación en la aerolínea como tal.
De por sí, Avianca ha tenido malos manejos en los últimos años y no ha tenido el mínimo de compasión con los colombianos en distintos momentos cruciales del país.
Por ejemplo, cuando ocurrieron las dificultades de infraestructura y topografía en la vía al Llano, su respuesta fue vender tiquetes hacia Villavicencio a $1.000.000.
Asimismo, ir a Pasto cuesta más de $1.200.000; trayectos de 30 minutos cuestan entre 900.000 y 1.500.000; ni hablar de los pasajes a destinos internacionales como Europa y Estados Unidos.
Sin lugar a dudas, Avianca es una de las aerolíneas más costosas en el mundo y por ende, han surgido otras opciones que han tenido éxito como el caso de Viva Air, empresa que sí está domiciliada en Colombia y paga impuestos en nuestro país.
Aunque las quiebras de Avianca han sido varias, la aerolínea no debe acabarse, ni más faltaba, pero esta es una empresa privada que ha tenido en sus haberes una compra de aviones totalmente desfasada, además de salarios astronómicos a su parte corporativa.
En tal virtud, los acreedores, entre ellos la aerolínea estadounidense United Airlines, son los que deben garantizar la operación de esta y no el Gobierno Nacional con dinero del país.
De hecho, ya conocíamos que United dio como una pérdida el préstamo que esta le hizo a Avianca.
El caso es que ya se va a terminar abril y son muchas las empresas, que sin importar que sean PyMEs o grandes, como es el caso de Fabricato, no han podido acceder a créditos con el sector bancario.
Pese a esto, Avianca ni corta ni perezosa salió a pedirle directamente dineros al Estado Colombiano.
Es decir, esta empresa, le ha solicitado al Gobierno Nacional que le tire un salvavidas o le regale algún dinero a ver cómo logran salvarse, mientras que con las otras empresas no ha pasado nada.
Otros que intentan salvar a la aerolínea, piden que el Gobierno compre una participación estatal a esta, que se garantice esa inversión y que luego el Estado colombiano pueda venderla más costosa.
De cualquier forma, hoy esta empresa está en bancarrota (lo estaba mucho antes de que llegara el coronavirus), los socios actuales han perdido todo y el Gobierno Nacional no tiene presupuesto para hacer una inversión de tal magnitud.
Ojalá esto no se vaya a convertir en otra Teléfonica, en donde el Estado invirtió, salió perdiendo y no ha podido vender su participación por intereses netamente personales.
Otro de los grandes protagonistas de solicitudes inflables, créditos y subsidios es el fútbol colombiano.
Resulta que hora sí piden agónicamente que el Gobierno Nacional les regale plata y los subvencione.
¡Qué ironías! Aerolíneas y fútbol, los otrora sectores orgullosos del país que prácticamente creían que podían navegar solos y hoy están rogando por ayudas al estado colombiano.
Solo hay que recordar cuando a comienzos del año se le pidió a la Dimayor que no privatizaran el fútbol colombiano, pero acusando de inmediato al afán de negocios dijeron: «¿Quieren fútbol gratis? Díganle al Gobierno que nos autorice enviarles una cuenta de cobro y nosotros con mucho gusto les vendemos».
Hoy la burbuja del fútbol se ha pinchado, una burbuja gigantesca que hasta el mismo Juan Carlos Osorio corroboró al decir que estaban viviendo en un mundo irreal, pero resulta que ahora el Gobierno sí tiene que entrar a salvar… ¡Pues no!
Si el Gobierno medita en algún momento, regalar, subsidiar, subvencionar o participar accionariamente del fútbol o en la aerolínea Avianca, el estado colombiano tendrá que hacer lo mismo con todas las empresas del país.
Acá nadie puede tener patente de corzo para aprovecharse de las arcas públicas, porque eso no es dinero del Gobierno, ni del presidente o del ministro de Hacienda; los recursos del Estado son de los colombianos.
Para mal de males, el panorama para 2020 es más que oscuro; no solamente habrá una recesión, ya confirmada, sino más desempleo. Estas son las previsiones que se estiman para nuestro país.
Incluso, el aparato productivo se puede contraer hasta un 3% este año. Luego de eso, el crecimiento se va a deteriorar aceleradamente y sacar la economía de ese congelador puede tardar hasta 18 meses.
Las cifras preocupantes que se están manejando es que hasta la tasa de desempleo puede superar el 20%; ya se han registrado más de 70.000 despidos oficiales y como si fuera poco, tenemos tasas de cambio por encima de los $ 4.000 pesos, además de unas tasas de interés por parte de los bancos absurdamente altas.
Acá solo vale la pena rescatar a las pequeñas y medianas empresas, las cuales representan el 96% del tejido empresarial y aportan 40% al PIB.
Esas PyMEs son la fuente de empleo para más de 16 millones de colombianos, y de acuerdo con ministerio del Trabajo, representan más del 90% del sector productivo y en general, más del 80% del empleo.
Entonces, ¿Por qué dejar tiradas a las PyMEs que aportan el 80,8% del empleo del país, pero se quiere salvar a dos sectores que anteriormente no han tenido ni el mínimo de compasión con Colombia?
Aquí también caben los bancos, pero a diferencia de Avianca y el fútbol colombiano, estos no están sufriendo y solo están gozando con las ganancias que tienen.
El Gobierno debe ser inteligente y manejar esta situación con pinzas, porque de lo contrario, podría generar un estallido social sin precedentes.