Actualmente Barranquilla, una de las ciudades principales de Colombia, está inmersa en una grave crisis de inseguridad. El hurto, los atracos a residencias, el robo de celulares a transeúntes y el implacable y casi incontrolable fleteo , con una reacción tardía y pobre por parte de Policía, hacen que esto sea la rutina de cada día en “La arenosa”.
Las autoridades locales son conscientes de este flagelo; recientemente en una entrevista a un medio local la alcaldesa dijo: “Cuando hay la clara decisión de matar a alguien es muy difícil para la Policía prevenir, pero en caso de hurtos es evidente que no hay presencia policial” , fueron las palabras que usó Elsa Noguera para pedirle más atención a la Policía Metropolitana.
Pero este no es el único problema que aqueja a esta ciudad, pues la venta de estupefacientes es otro delito que está en aumento en Barranquilla, en donde sobre todo los niños y adolescentes son los más expuestos, pues varios colegios del Sur de la ciudad, están rodeados de expendios y sitios de consumo de alucinógenos, que funcionan sin ningún tipo de restricción.
La falta de tolerancia entre los mismos ciudadanos está a la orden del día, riñas, peleas y todo tipo de improperios son frecuentes en cualquier barrio. Según cifras de la Policía Metropolitana, estos actos se convierten en más del 40% de las muertes en Barranquilla, y lo peor es que más del 80% de los delincuentes que son capturados son dejados en libertad.
Preocupante panorama para la llamada “Puerta de oro de Colombia”, que hoy día es la “Puerta de oro del delito”. Sus autoridades parece que poco o nada pueden hacer en una ciudad que está en crecimiento económico, pero que así como es de atractiva para inversionistas y turistas, también la hace muy atractiva para los delincuentes.