Barranquilla y la informalidad

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Esta altísima informalidad en Barranquilla, cuando el promedio nacional hoy es 48%, se suma a otra realidad que se ignora.


Por: Cecilia López Montano

Los análisis sobre el mercado laboral en Barranquilla se han centrado siempre en la buena noticia: generalmente la ciudad se encuentra entre aquellas capitales de departamento del país con los mejores indicadores, es decir con el menor desempleo abierto. Pero también desde hace mucho tiempo se ha venido mencionando que esa mirada sobre lo que sucede con las personas de esta ciudad que trabajan o buscan activamente empleo, es decir aquellas clasificadas como activas, requiere un estudio más completo.

Ha resultado imposible que esas advertencias sean tenidas en cuenta por los diferentes mandatarios de Barranquilla y menos aún, por quienes además tienen la responsabilidad de entender problemas tan complejos como los del trabajo en esta capital.

Barranquilla se acostumbró a ese centro de la ciudad que pocos de las clases dirigentes visitan, y por consiguiente no sufren lo que significa caminar en medio de los vendedores ambulantes que invaden aceras y andenes y menos sentir sus carencias. Esta realidad se convirtió en parte del panorama que termina tomándose como natural. Pero resulta que detrás de esa realidad hay historias de dolor, de pobreza, de marginalidad. Es el costo de la informalidad que ahora en medio de la pandemia ha llegado a cifras realmente inmanejables.

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La última encuesta del Dane arrojó el siguiente dato: esa informalidad con que se ha acostumbrado a vivir Barranquilla equivale a 2/3 de la población que trabaja, 59.9%. La forma de obtener ingresos es en la calle, su lugar de trabajo, sin ninguna de las prestaciones sociales que plantea la ley laboral en Colombia.

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Probablemente son los llamados vulnerables que el gobierno solo descubrió en la pandemia cuando se dio cuenta que además de los pobres, a los cuales hace tiempo les llegan Transferencias Condicionadas, existían estos trabajadores que nadie sabe muy bien cómo se las arreglan para sobrevivir. Antes de la pandemia eran 39,09% del país, muchos más que los identificados como pobres.

Dónde están los empleos de emergencia que sí puede crear y financiar la Alcaldía para que esta inmensa población reciba por lo menos un salario mínimo, muy superior al cacareado Ingreso Solidario de 160 mil pesos que le llega a una mínima parte de este sector. Pero también dónde está el sector privado que podría, en vez de dar mercados, apoyar el desarrollo de pequeñas obras que no requieran gran entrenamiento ni inmensos recursos. Además, en vez de que esta población esté exponiendo su salud y la de los demás, se podría organizar ese trabajo y disminuir contagios.

Esta altísima informalidad, cuando el promedio nacional hoy es 48%, se suma a otra realidad que se ignora. Barranquilla tiene una muy baja participación laboral, sus tasas de esa proporción de gente que trabaja o busca empleo siempre han sido inferiores las del país, actualmente, 62% frente a 59% en esta ciudad. Entre la altísima informalidad y la baja participación laboral, Barranquilla está lejos de sentirse tranquila.

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