Calidad del aire y movilidad necesitan medidas impopulares

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Pensar en el bienestar particular, en la favorabilidad, gobernabilidad y hasta evitar ser blanco de ataques feroces, nos han llevado durante muchos años a que nuestros gobernantes no tomen medidas necesarias, responsables y de largo aliento.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Por encima de todo creería que está la salud del ser humano, su calidad de vida y el obtener las mejores condiciones para desarrollar sus labores a diario, pero no. Para algunos está el egoísmo, el beneficio personal, el negocio y mandan al carajo todo lo primero. La problemática de contaminación en Medellín es profunda, oscura y mas que perjudicial, ajustaremos en este 2019 el cuarto año consecutivo con contingencias atmosféricas, y aunque las autoridades han hecho esfuerzos, el que no sean constantes durante los 365 días del año, y que se permita que buses, volquetas y camiones violen la ley campantemente, no nos lleva a ningún lado.

Las consecuencias en la salud las están padeciendo un número de personas importante, incluso, algunos sin darse cuenta. Las enfermedades respiratorias van en aumento, dolor en huesos, garganta, ardor en los ojos y piel extremadamente sucia, son algunas de los ejemplos más fáciles de identificar. No podría escribir esta columna sobre los efectos en la salud, pues me valdría de un médico para hacerla y no cometer errores, pero me limito a mencionar que por culpa de esas partículas que están entrando a nuestro cuerpo, estamos siendo víctimas pasivas de una incubación de un cáncer, enfermedades respiratorias, infertilidad, entre otros.

Los estudios se podrían decir que sobran, pero vale la pena solo salir a caminar por cualquier calle de Medellín y darse cuenta de quiénes son los que tienen mayor culpa en este gran problema. Además, los ejemplos a nivel mundial también ya son varios; todos, han optado por prohibir la circulación de vehículos diésel a partir de cierto año, de poner vida útil a todos los vehículos e incluso fijar números tope para ciudades con limitaciones. En Colombia no se toman decisiones basadas en la realidad, en lo pragmático, necesario y responsable. No le cobramos peaje a las motos por excusas absurdas, no pagan impuesto al consumo sin explicación alguna. No frenamos la venta descontrolada de vehículos sin airbags, taxis sin maletas, carros a precios por debajo de costo, motos regaladas y lo peor de todo, es que las licencias de conducción las dan en un paquete de papas fritas.

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Colombia ha sido tropical para todo, y en parte ese es el origen de nuestros múltiples perjuicios. En Medellín, ya vamos para 900 mil motos, estamos con la intención de ser como Vietnam, Tailandia o Indonesia. Los vehículos diésel se siguen vendiendo, inclusive, el Estado colombiano y los gobiernos locales son de los mayores compradores de camionetas tipo Toyota Prado. Hoy podemos observar cómo carros modelo 80’s y 90’s aún ruedan por las calles como si nada, los buses viejos los han repintado, pero siguen contaminando igual, y las volquetas y camiones que atraviesan la ciudad se desplazan campantes con sus chimeneas.

Si Medellín y el Área Metropolitana quieren realmente superar esta crisis desde la raíz y dando soluciones de largo aliento, tienen que tomar las decisiones correctas y responsables, pero que no son populares. Quizá si tuviéramos personas más cultas y educadas lo entenderían, pero tengo la plena certeza de que la historia los recordaría y agradecería por tan magna labor. Los estudios han señalado que quienes más contaminan son las motos, seguidos de buses, camiones y volquetas. Los vehículos deben tener una vida útil de máximo 15 años, se deben incrementar las zonas ZER, incentivar la compra de vehículos eléctricos, expandir nuestro Metro, y por último, atacar las mafias del transporte que no permiten que en la ciudad transiten buses, camiones y volquetas limpias, decentes y no contaminantes.

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