La situación se agrava día a día, en un peligrosísimo camino a la anarquía, mientras Petro y su gobierno hacen agua por todos los costados.
Por: Rafael Nieto Loaiza–@RafaNietoLoaiza
Mientras que Petro niega la realidad en su twitter, el país se está desencuadernado por todos los costados. La Fuerza Pública está paralizada, los grupos violentos siguen delinquiendo y distintos grupos se sienten legitimados para acudir a las vías de hecho, con la violación flagrante de los derechos de la mayorías, impotentes y asustadas.
En el Bajo Cauca, hoy doce municipios están bajo toque de queda. Si en Caquetá son las Farc quienes instrumentalizan a los campesinos, en Antioquia es el Clan del Golfo detrás de los mineros ilegales. En todas partes la estrategia es la misma: poner a un sector minoritario de las comunidades por delante, excusarse en el derecho a la protesta, acudir a la violencia y arrodillar al Gobierno que con actitud complaciente entrega lo que se le pide en beneficio de los grupos violentos que son los que al final se nutren del narcotráfico y la minería ilegal.
Como el mensaje explícito del Gobierno es que la Policía no intervendrá, que cuando lo haga no podrá usar la fuerza y que si es atacada no tendrá apoyo, como en el Caguán, lo previsible es que las vías de hecho sigan multiplicándose, la Policía se esconda todo lo que pueda y las mayorías ciudadanas queden a la deriva y sus derechos de trabajo y movilización, desprotegidos. El del Gobierno es un estímulo perverso para la multiplicación de la violencia.
Para rematar, esos grupos mafiosos, los guerrilleros y los otros, son cada día más fuertes y más ricos. Hay más coca que nunca y se renunció a combatirla y los ingresos, tanto por las cantidades producidas y exportadas como por la devaluación, son mayores mes a mes.
La situación se agrava día a día, en un peligrosísimo camino a la anarquía, mientras Petro y su gobierno hacen agua por todos los costados. Las Cortes le advierten que no puede hacer cualquier cosa y que debe respetar la Constitución; Fiscalía y Procuraduría abren procesos a ministros y oficiales por la omisión en el cumplimiento de sus obligaciones; los partidos en el Congreso, incluso los que hacen parte de la coalición de gobierno, empiezan a negociar desde una posición de mayor fortaleza; la izquierda ve como se hace añicos y pierde toda credibilidad su narrativa de cambio y de lucha contra la corrupción mientras el elefante se aposenta en Palacio; y Petro empieza a desplomarse en todas las encuestas.
Del mismo Autor: El elefante de Petro