De cara a las elecciones presidenciales en Colombia, el centro se presenta como una alternativa a los extremos políticos. En este momento, esta corriente tiene una propuesta clara: ni la derecha del uribismo ni la izquierda de Petro han sido beneficiosas para el país. El mensaje que quiere transmitir el centro es sencillo: “No nos ha ido bien con ninguno de los dos, dennos una oportunidad, vamos a gobernar de manera diferente, con un lenguaje, formas y estilo distintos”.
El objetivo del centro es ser un gobierno de transición, o al menos una pausa en medio de los ánimos caldeados y la división política que vive Colombia.
La propuesta de centro, además, resalta un punto importante: cuando un gobierno es malo, tiende a hacer que el anterior, aunque también haya sido criticado, parezca mejor en comparación. Esta percepción es engañosa y lleva a los votantes a idealizar el pasado, conformándose con lo que perciben como “menos malo”. En el fondo, esta visión mediocre de las elecciones, en las que parece que solo queda elegir el menor de los males, es uno de los mayores problemas del sistema democrático y refleja una apatía peligrosa entre muchos colombianos.
Quizás, como dicen desde el centro, “los malos gobiernos obligan a las personas a interesarse en la política” cuando comienzan a sufrir las consecuencias de estas decisiones y buscan entender la raíz de sus problemas. El centro considera que puede captar a muchos de estos votantes desencantados y políticamente huérfanos, aquellos que no encuentran una identificación clara con un partido y que, decepcionados de ambos extremos, pueden ver en el centro una alternativa viable.
El centro apuesta, en esta ocasión, a tener una opción protagónica y quizás decisiva para llevar a uno de los suyos a la presidencia. Sin embargo, surgen dudas como ¿quién representa realmente el centro? ¿Quiénes pueden hablar con legitimidad desde esta postura? En un escenario político tan cambiante, hay congresistas que apoyaron la elección de Gustavo Petro, o incluso exministros del gobierno actual, que ahora intentan reposicionarse como candidatos de centro para las elecciones de 2026. Sin embargo, la izquierda, siendo muy organizada y estratégica, también intentará llegar a este electorado y posicionarse como una opción de “centro”, a pesar de su ideología más marcada.
Es difícil imaginar que un candidato de izquierda tenga grandes posibilidades de ganar la presidencia en 2026. Todo apunta a que el próximo presidente será alguien de derecha o del centro. En caso de que la derecha repita su tradición de dividirse y sacar un candidato débil, el centro podría entonces captar parte de ese electorado y llegar a competir directamente contra la izquierda. Si esto sucede, el centro tendría una alta probabilidad de ser el ganador.
El posible candidato del centro
Entre los candidatos que podrían representar al centro está Luis Gilberto Murillo, actual canciller de Gustavo Petro, quien planea renunciar a su cargo en los próximos meses para buscar la candidatura presidencial. Murillo tiene una trayectoria interesante: fue candidato a la vicepresidencia de Sergio Fajardo y posteriormente apoyó a Petro mientras Fajardo se inclinó por el voto en blanco. Además de ser afrocolombiano y de tener experiencia como gobernador del Chocó y embajador en Estados Unidos, Murillo posee un perfil internacional y multilingüe que lo convierte en una figura política atractiva para el centro.
Otro candidato con posibilidades es Sergio Fajardo, quien sería su quinto intento por la presidencia. Fajardo ha ganado mayor contundencia en su discurso y se ha mostrado más directo en sus opiniones, lo que ha sido bien recibido por algunos sectores de la opinión pública.
Claudia López, otra figura del centro, podría también lanzarse como candidata. Su habilidad política le ha permitido cambiar de postura según le conviene, apoyando a veces a Petro, a veces a la derecha, y otras a posiciones intermedias. Claudia ha logrado consolidar una base electoral importante en Bogotá y planea apelar a esa base para fortalecer su candidatura en el centro.
Junto a estos nombres, Alejandro Gaviria, exministro de Salud y Educación de Petro, también podría estar en la contienda, aunque enfrenta el obstáculo de haber pertenecido al actual gobierno, lo que podría restarle apoyo en ciertos sectores. Gaviria cuenta con el respaldo de círculos académicos y culturales, aunque su influencia en regiones menos urbanas es limitada.
No obstante, el gran reto del centro radica en su falta de cohesión. Si bien la derecha suele dividirse por egos y orgullo, el centro enfrenta divisiones aún más profundas por cuestiones de moralidad, ética y corrección política. Esto dificulta la posibilidad de que los diferentes candidatos puedan llegar a un acuerdo para presentarse unidos en una consulta. Por ejemplo, Claudia López podría no estar dispuesta a enfrentarse a otros candidatos de centro, pues no los considera a su nivel en términos ideológicos, lo cual podría fragmentar el voto de centro en la primera vuelta y beneficiar a los extremos.
Actualmente, Claudia López y Sergio Fajardo se perfilan como los candidatos más fuertes de este grupo. Claudia ha cosechado apoyos importantes, entre ellos el de la Federación Nacional de Departamentos y el exgobernador y actual gobernador de Cundinamarca, quienes ven en ella una opción viable para representar al centro en las elecciones. Sin embargo, el desafío del centro está en encontrar una fórmula de consenso que permita unir a los diferentes sectores y establecer una candidatura sólida y sin vetos. En un país marcado por la polarización, esta tarea no será fácil, pero si logran organizarse, el centro podría ser una alternativa real para quienes buscan escapar de los extremos en las próximas elecciones.
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