Durante el Primer Congreso Internacional de Gestión del Cierre Minero y su Diferencia con los Pasivos Ambientales, realizado recientemente en Colombia, el país tuvo la oportunidad de visibilizar experiencias transformadoras en materia de sostenibilidad minera.
Uno de los casos más destacados fue el de Cerrejón, empresa que ha implementado un modelo pionero de cierre minero progresivo y restauración ambiental en La Guajira, con fuerte participación comunitaria.
Cerrejón presenta su experiencia en cierres mineros en el Congreso Internacional

En entrevista con 360 Radio, Luis Madriñán, gerente ambiental de Cerrejón, explicó cómo este enfoque ha permitido cerrar progresivamente áreas antes explotadas, convertirlas en ecosistemas en recuperación, y garantizar a las comunidades oportunidades de desarrollo más allá del ciclo extractivo.
“Lo más importante es que el cierre no se impone: se construye con la comunidad. Hemos firmado más de 400 acuerdos para decidir juntos cómo debe quedar el territorio tras la minería”, señaló Madriñán.
Un proceso anticipado y con visión a largo plazo: Contrario a la práctica común de esperar el fin de operaciones para iniciar cierres mineros, Cerrejón lleva 35 años adelantando procesos de cierre de forma progresiva. Esta estrategia permite rehabilitar tierras mientras aún se extraen recursos, lo que reduce costos futuros, optimiza recursos y demuestra responsabilidad ambiental desde la operación misma.
Actualmente, la empresa ha rehabilitado más de 5.300 hectáreas, transformando terrenos mineros en áreas con vegetación nativa y capacidad ecológica recuperada. Solo en 2024, se plantaron más de 800.000 árboles nativos, en su mayoría producidos por viveros comunitarios que han emergido como nuevas unidades económicas sostenibles.
“Las comunidades hoy lideran los cierres. Hemos transferido más de tres décadas de conocimiento técnico para que ellas mismas gestionen la restauración del territorio”, explicó Madriñán.
Diferencia entre cierres mineros y pasivos ambientales: Uno de los puntos clave del Congreso fue diferenciar el cierre minero gestionado de los pasivos ambientales, estos últimos resultados del abandono de minas sin planificación ni mitigación ambiental. Mientras los cierres responsables prevén la transición del uso del suelo con participación social, los pasivos dejan contaminación, daños ecológicos y comunidades sin respaldo.
Madriñán insistió en que este Congreso ayuda a posicionar un mensaje contundente: la minería formal y responsable no es la causante de los pasivos ambientales. En Colombia, el gran reto sigue siendo la minería ilegal, que representa el 58% del total de la extracción en el país, y que genera los mayores impactos negativos sin asumir compromisos de restauración.
“Debemos deslindar la minería formal, que cumple con la ley, de la extracción ilícita que daña el ambiente y estigmatiza al sector. Hay que entender que una minería bien hecha puede construir futuro para todos”, afirmó.
Comunidad, biodiversidad y empresa: un equilibrio posible: Además de sus beneficios sociales, el cierre progresivo permite conservar y recuperar biodiversidad. El modelo de Cerrejón demuestra que el desarrollo minero no tiene por qué ser contradictorio con la sostenibilidad. Con alianzas comunitarias, tecnología ambiental y planificación estratégica, hoy el territorio que fue mina puede transformarse en bosques, zonas agroecológicas y espacios productivos para las poblaciones locales.
Este enfoque también resulta rentable para la empresa. Al integrar el cierre con la operación, se aprovecha la maquinaria y el personal en terreno, y se genera una imagen positiva que facilita relaciones con comunidades, gobiernos e inversionistas.
“Cierre progresivo no solo es responsable: también es eficiente. Nos permite planificar el uso futuro del suelo, reducir riesgos y contribuir con una transición justa para las regiones”, apuntó Madriñán.
Un modelo replicable a escala nacional: La experiencia de Cerrejón, presentada en el Congreso, se convierte en un referente para otras operaciones mineras del país que comienzan a considerar sus planes de cierre.
Con el impulso de espacios técnicos e institucionales como este evento internacional, Colombia empieza a consolidar una visión diferenciada de la minería formal y de su capacidad de contribuir al desarrollo rural, la conservación y la inclusión social.
“Nuestra invitación es a que se conozca más este proceso. Colombia puede ser un ejemplo global en cierres mineros bien hechos, con justicia ambiental y con oportunidades reales para las comunidades”, concluyó.
Cerrejón continúa consolidándose como una de las empresas líderes en gestión ambiental minera en América Latina, mostrando que el cierre no es el fin, sino el comienzo de una nueva etapa para el territorio, la gente y el ecosistema.