Uno de los grandes beneficios que tiene la alternancia del poder en un sistema democrático, en donde en muchas ocasiones el elector promedio vota por irse de bandazo en bandazo en cada elección, es que esto permite identificar las profundas mentiras, engaños y falsedades de algunos supuestos argumentos políticos que se esgrimen cuando se está en el gobierno y cuando se está en la oposición.
En Colombia, queremos mencionar en este editorial uno de los casos más recientes y que podría decirse está de moda. Tenemos a varios partidos políticos, a líderes políticos, y también a otros opinadores e incluso líderes gremiales, que le están pidiendo con razón al gobierno de Gustavo Petro que, antes de seguir endeudando al país, tramitando más reformas tributarias o posiblemente afectando la regla fiscal, piense por favor en reducir el gasto público, principalmente en los rubros de burocracia, clientelismo y derroche.
Nosotros, como medio de comunicación, creemos que este mensaje tiene sentido y lo apoyamos y exaltamos al Gobierno Nacional a que, en un acto de sensibilidad y responsabilidad, reformule sus cuentas y proceda a hacer algunos cambios que le permitan al Estado gastar mucho menos de lo que hoy está gastando.
Quisiéramos retomar las palabras de dos figuras del gobierno: el presidente Gustavo Petro y Gustavo Bolívar. Durante la posesión de la nueva ministra o ministro de Deporte, el presidente Petro comentó que «eso era una pérdida de tiempo y que, en realidad, ni siquiera debería existir». Este ministerio fue creado junto con el Ministerio de Ciencia en el gobierno pasado, lo que señala una de las incoherencias. Aquellos que apoyaron o promovieron dicho gobierno, que ahora piden que el Estado gaste menos, nunca mencionaron nada cuando en ese momento se gastó desmesuradamente en la creación de ministerios fácilmente prescindibles. Lo decimos porque estos ministerios, como el de Deporte o el de Ciencia, han pasado sin pena ni gloria desde su creación.
Gustavo Bolívar también mencionó en su momento que los subsidios y las transferencias directas debían acabarse porque no tenían ningún impacto real en sacar a las personas de la pobreza. Lamentablemente, hasta hoy no se ha llevado a cabo. Gustavo Bolívar no ha concretado esta propuesta, pero han sido dos posiciones del gobierno que han sido sensatas y que quisiéramos recordar, ya que es un buen paso en materia fiscal.
Aquí hacemos un llamado a la coherencia: ¿por qué quienes hoy piden la reducción de la burocracia, el clientelismo y el tamaño del Estado, cuando estuvieron en el poder, no lo hicieron? En ese entonces, se crearon agencias, direcciones, entidades, ministerios y tantas oficinas públicas como fue posible, e incluso promovieron a personas cercanas para ocupar esas carteras.
Es aquí donde la política deja de funcionar, y es donde las personas, ojalá, no sigan «comiendo entero». Hay discursos que parecen estar dirigidos únicamente a la galería, y ciertos personajes vale la pena identificarlos desde ya.
Como conclusión, quisiéramos decir que, sin importar el gobierno que llegue, el Estado colombiano tiene que reducir su gasto, es un Estado gigantesco y muy costoso para los beneficios e impactos que tiene en la vida de las personas hoy en día. Es un Estado que, mayoritariamente, solo estorba, pone trabas, arandelas y problemas, complicando la vida de los ciudadanos. Necesitamos un Estado austero, eficiente, compacto, con las mejores personas y con idoneidad y tiene que ser una politica de Estado, no un discurso político de conveniencia.