Colombia ha vivido años de inseguridad y de violencia continua, años de desasosiego y de incertidumbre política, dado que la polarización y las divisiones sociales, políticas e incluso económicas han fracturado la tranquilidad y la soberanía nacional; y nos preguntamos: ¿Cómo unir a las dos Colombias en medio de las diferencias?
EDITORIAL
El pasado miércoles 29 de junio, el expresidente Álvaro Uribe Vélez se reunió con el electo presidente de la república, Gustavo Petro, y aunque para muchos pueda ser una traición -por ambos lados- es importante entender que este, puede ser, el comienzo del diálogo nacional donde el fin de la polarización comience a ser el actor principal en nuestro país.
La relación del expresidente Uribe con el presidente Petro no ha sido amena; ambos representan los sectores que más dividen el país, y sus seguidores en ocasiones parecen enceguecidos; creen en el político como un mesías que los salvará de los otros; parecen barras bravas en lucha que desean ver a los demás como vencidos.
Es la primera vez que Uribe se sienta con Petro en un diálogo sereno, fuera de las discusiones políticas y con el fundamento de la unión nacional; “un acuerdo sobre lo fundamental”, a eso debe apuntarle Colombia, como lo mencionó alguna vez el estadista, intelectual y político colombiano, Álvaro Gómez Hurtado.
Era necesario este encuentro para apaciguar los ánimos políticos, que en las últimas décadas ha fracturado la confianza, han dividido y polarizado a todos los sectores de Colombia; era necesario, pues Petro y Uribe son, a hoy, dos de los líderes más importantes de nuestro país y ambos son conscientes de la responsabilidad que eso conlleva.
El Centro Democrático será oposición y claramente es necesario para la democracia. Las oposiciones ayudan a tener otras visiones de país, a ser críticos con algunos temas, además de ser veedores constantes de las políticas de los gobiernos de turno.
A pesar de las diferencias que ya mencionamos y que han sido evidentes en la vida pública y privada de los políticos que nos dirigen y que son perfectamente necesarias, todos los colombianos deberíamos -por sentido común- pensar en que es necesario una mejor economía, que genere un impacto global para todos y todas, que pueda llegar a las regiones, a las poblaciones vulnerables: mujeres, niños, afros, palenqueros, estratos bajos, etc.
Todos deseamos al mismo tiempo una mejor justicia, queremos también que todos los colombianos puedan gozar de sus derechos, pero que puedan ser conscientes y respondan por sus deberes. Es un deseo también nacional que haya mejor educación, mejor infraestructura, que la salud del país mejore y pueda llegar a todo el territorio nacional.
Gustavo Petro ha dado en los últimos días discursos de unión, de diálogo y de esperanza que, aunque no sea el político que todo el país quiere, ha tratado de calmar asperezas con los sectores opuestos al Pacto Histórico.
El presidente electo ha mencionado que “La diferencia política no se debe traducir en sinónimos de venganza, de violencia o retaliación”, y el mismo Gustavo Petro ha hecho énfasis en que él, Uribe, o los demás expresidentes lleven ese mensaje a sus círculos políticos, a sus electores y que puedan entender que acá no se debe hablar de un solo político o de un solo partido, sino que se puede construir un diálogo nacional donde quepa todo el país: por el bien de todos los colombianos.
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Es tiempo no solo de que nuestros dirigentes hagan la paz o estén en diálogos para que la polarización cese, sino que además nosotros como ciudadanos, como habitantes de Colombia debemos entender que las contradicciones políticas son necesarias, pero que la violencia nunca será una opción.
Hay una frase que es bueno traerla a colación y que todos los colombianos deberíamos tenerla presente: “Debemos ser duros con los argumentos y suaves con las personas”; dejar los ataques personales será una de esas primeras tareas para todos y cada uno de nosotros.
Intentarlo como lo está haciendo Petro, es un buen inicio, -sabemos que muchos colombianos esperan un diálogo entre Santos y Uribe, que, aunque sea paradójico, es más complicado de darse.
El diálogo entre Santo y Uribe se tendrá que dar y no para que posen en una foto y para que quede en la “historia”, mucho menos para decir que todo va bien, sino más bien para que el país entienda que todos en cierta medida han aportado a la nación; reconocerlo no está mal, no nos hará ni más ni menos, no nos hará de un partido o de una línea política.
El mensaje es claro: divididos no vamos para ningún lado, Colombia ha avanzado a pasos lentos pero ha mejorado en muchos sectores; pero también es importante reconocer que podemos retroceder en un segundo.
Se deben respetar en esa lógica a las instituciones, la propiedad privada, la democracia, la libertad económica, la libre expresión, respetar y cumplir los Derechos Humanos y que se exija cumplir los deberes a los ciudadanos.
Como ciudadano usted se ha preguntado ¿qué lo une con el diferente?, ¿hacia dónde quiere que su país vaya?, ¿cree que usted ayuda a la transformación nacional?, ¿respeta usted al diferente?
Hoy Gustavo Petro y otros líderes políticos han iniciado, lo que puede ser quizá, el inicio de un estado basado en la paz y el diálogo, -eso que tanto hemos esperado-; también habrá que hacer un control político riguroso, y la oposición tendrá un papel fundamental, pero más que eso, cada uno de nosotros deberá ser portador de respeto, de diálogo, deberá cumplir con sus deberes y al mismo tiempo se deberán garantizar sus derechos.
La tarea es de todos. Colombia está dividida y polarizada; es uno de los países más desiguales del mundo y por eso es nuestro deber es hacer parte del cambio y al parecer, el presidente electo Gustavo Petro, ha comenzado con un posible encuentro nacional entre diferentes.
Gran razón ha tenido el presidente Petro, y es que, si él falla, todo se puede recrudecer, todo puede volver a las trincheras poco acogedoras de la guerra, a esas trincheras oscuras que hemos ido dejando. Por eso unir a esas dos Colombias -y eso significa que en efecto la oposición exista. Una oposición sensata, que debata con argumentos, que sea veedora del Gobierno de Gustavo Petro y que por supuesto tenga garantías-, eso nos puede ayudar a que todo el país esté en un mismo camino y que finalmente nos vaya bien a todos los colombianos.