Colombia fue un buen país por 5 días

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Parece que el país necesita visitas de grandes personajes para comportarse y ordenar la casa.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Sí, esa es mi conclusión sobre la visita del papa Francisco y lo que le dejó al país. Muchos por primera vez sentimos lo que era tener un país bueno, ordenado, seguro, fiel, honrado, educado y en continua reflexión. Parece que en este país se necesita de la visita de un gran personaje para poder organizar la casa y comportarnos bien, nada distinto a cuando un niño es desordenado en su habitación y solo la arregla cuando va el medio o un compañero del colegio.

Las cifras de seguridad son inmejorables a nivel nacional, hasta me atrevería a decir que quizá tuvimos el fin de semana más sano y cívico en más de 30 años. Creyentes y no creyentes estaban en otra actitud, asumiendo posiciones de deliberación intensa de su vida, lo que ha hecho, lo que hace y lo que quiere. Los mensajes del sumo pontífice son más que sustanciales y calan realmente en el alma. Unos muy pocos lunares se pueden contar durante la visita del Papa a Colombia; desorden en Cartagena (tanto que le costó un golpe), desorden al ingreso de la misa en Medellín; lagartería a más no poder en todos los niveles hasta de mucho ateo para luego postear las fotos en redes sociales y darse pantalla, a sabiendas que han despotricado de la religión católica.

Las rencillas políticas que en teoría tuvieron una tregua volverán a la agenda pública, la polarización nacional seguirá su curso y seguiremos convulsionando semana tras semana al conocer más y más hechos de corrupción. Sobre ese particular, que bueno que el efecto de la frase del papa Francisco, “El diablo entra por el bolsillo” se tuviera más en cuenta y se pusiera en práctica, por que en realidad esa ambición está destruyendo a la Nación. También será normal observar la misma displicencia y negligencia de las esferas del poder con las minorías mas necesitadas, cumpliendo la lamentable pero cierta frase; pobres más pobres todos los días, mientras hay unos pocos ricos haciéndose más ricos.

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En Colombia se debe plantear una seria, profunda y necesaria introspección en todos los niveles, sin importar la clase social, color, edad, ciudad o pensamiento político e ideológico. Es hora de ser francos  y evaluar nuestro papel en el mundo; ¿qué estamos aportando a la sociedad?, ¿a quién hemos atacado?, ¿cómo estamos cambiando el mundo?, ¿qué puedo mejorar?. Siento con gran nostalgia que buena parte de los colombianos están en una carrera salvaje para sobrevivir y en esa competencia no importa lo que toque hacer, incluso, si hay que pasar por encima del otro.

Tenemos una oportunidad de cambiar, pero tiene que nacer de cada persona. Si eso no sucede, ningún papa o súper héroe podrá hacer que Colombia cambie para bien.

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