Nuestro editorial para hoy martes 7 de junio quiere versar sobre la importancia que tendría contar con un presidente que ha sido empresario, y nos atrevemos a informar que sería muy importante porque en los últimos años, a excepción del periodo presidencial de Álvaro Uribe Vélez, Colombia no había tenido la posibilidad de elegir un presidente que entendiera, conociera con detalle y profundidad lo que es hacer empresa en Colombia, trabajar, pagar impuestos, vivir cada día con el remo y las más densas y fuertes olas que se puedan presentar persiguiendo el éxito, el triunfo, aumentar el número de empleados, el número de ventas, las utilidades, consolidar las compañías. Todos los objetivos que persigue la empresa privada.
En este caso, Colombia tiene a un empresario del sector de la construcción como Rodolfo Hernández, un hombre que tiene en su patrimonio más de US$ 100 millones bien ganados, enfrentando a una persona que toda la vida ha estado en el sector público, viviendo del erario público, sin saber lo que es crear un empleo, sin saber lo que es crear una empresa -esto hubiera aplicado para cualquier otro candidato que se hubiese presentado a segunda vuelta- deja la situación bastante desbalanceada y muy ganadora para el doctor Rodolfo Hernández, siempre y cuando las personas sepan apreciar el valor de un empresario en la sociedad.
Si Rodolfo Hernández es presidente, entendería lo que sienten miles de empresarios que se levantan todas las mañana a sacar su negocio adelante. Y ojo, cuando hablamos de empresarios no solo hablamos de los que están en las 500 más grandes del país, estamos hablando de quien tiene una miscelánea, de quien tiene la tienda de abarrotes, de quien tiene una talabartería; todos son empresarios, todos son héroes y desde este medio de comunicación queremos resaltar el papel de empresario.
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Notamos que un presidente empresario le puede hacer la vida más fácil a ese héroe, y no es regalándole nada; es no atacándolo, no persiguiéndolo, es haciendo que los procesos sean más fáciles y llevaderos, con más seguridad jurídica y estabilidad para todos los inversionistas. Y con algo sumamente importante que debería ser transversal en todos los procesos públicos y no al garete según el gobierno de turno, y es que no se condicione ni se negocie el modelo económico de Colombia.
Colombia tiene que seguir defendiendo una economía de libre mercado, la defensa de la propiedad privada, el derecho a la competencia, un país que apueste por la productividad y la competitividad y sobre todo que todo vaya en pro del beneficio de los colombianos.
De manera pues que Colombia entera debería, a pesar de tener sus preferencias políticas, pensar si es mejor tener de presidente un empresario o un político. De pronto el empresario nos puede ayudar a entender mejor unas dinámicas que muchísimos no ha logrado comprender.
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