«El episodio del huevo deja ver que, en nuestro país, persiste una total desconexión entre los gobernantes y los ciudadanos de a pie».
Por: Gloria Díaz
El huevo es un alimento que a diario acompaña la mesa de la mayoría de los colombianos y, últimamente, ganó más popularidad porque, más allá de sus bondades nutricionales, fue motivo de una discusión a nivel nacional que, entre burlas e indignación, refleja la realidad del país, donde claramente conseguir una docena de huevos a 1.800 Pesos, es como decir que el genio de la lámpara de Aladino apareciera en Bogotá para solucionar todos los problemas de inseguridad que tiene la ciudad, ¡imposible!
Pero ¿qué hay detrás del asunto del huevo? Visiblemente, la Reforma Tributaria o también llamada “Ley de Solidaridad Sostenible” que el Ejecutivo radicó en el Congreso en plena Pandemia. Para el Gobierno, esta iniciativa busca “aminorar los huecos fiscales y garantizar que se puedan seguir realizando las transferencias monetarias a quienes más lo necesitan”, sin embargo, lo haría a través del aumento a los impuestos de algunos servicios y productos básicos de la canasta familiar, además a los ingresos de la clase media a través del cobro a la renta a partir del año gravable de 2022 a quienes ganen más de $2,4 millones de Pesos mensuales y, para el 2023, se extendería a aquellos que obtengan una suma por encima de $1,7 millones.
Es ahí donde me quiero detener, pues, sacar de la pobreza a las familias es supremamente difícil, pero llevar a la clase media hacia la pobreza es muy fácil, y si destruimos a esa clase media, que en buena parte sostiene al país, acabaremos con nuestra economía, la cual ya está en riesgo, entre otras razones, a causa de la Pandemia generada por el COVID–19.
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Si hacemos retrospectiva, para 2019, 4 de cada 10 latinoamericanos se encontraban en una línea muy lejana de la pobreza. Sin embargo, durante el 2020, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que en el 50% de los hogares de ingresos medios al menos un miembro del hogar perdió el empleo y por esto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estimó que, en un escenario moderado, 29 millones de personas podrían caer en la pobreza en AL y, peor aún, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que 45 millones de personas caerían en la pobreza hasta llegar a un total de 230 millones de pobres alrededor del mundo.
Además, la CEPAL también indicó que, sumado a este panorama, persisten las brechas entre grupos poblaciones, siendo mayor en áreas rurales y con menores niveles educativos. Las mujeres, niños, niñas, indígenas y afrodescendientes son los más afectados, de ahí que en las últimas semanas la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señalara que, en Colombia, el desempleo en hombres, durante el segundo mes de 2021, fue del 10,8% y el de las mujeres 19% y, de acuerdo con el DANE, más de 1 millón de ellas perdieron su trabajo.
El episodio del huevo deja ver que, en nuestro país, persiste una total desconexión entre los gobernantes y los ciudadanos de a pie. Lo mínimo sería que quienes diseñan los Proyectos de Ley, conocieran plenamente las realidades y necesidades de las personas y cómo, en la actualidad, esa docena de huevos se consigue con esfuerzo, y que así costara 1.800 Pesos, muchos tienen que hacer peripecias para conseguirlos.
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La Reforma Tributaria es inoportuna, más en esta coyuntura, pues grava a una clase media a punto de desaparecer por la economía dependiente de sectores de baja productividad, incapaz de generar empleos formales y con imposibilidad de redistribuir la riqueza concentrada.
Más bien, junto con la necesaria reforma fiscal (no una que trate de garantizar solamente el asistencialismo), el gobierno debe presentar también un paquete de reformas que mejoren el funcionamiento del mercado de trabajo y que aumenten el acceso a la seguridad social (las cuales necesitarán contar con un amplio consenso social), asimismo, que prioricen la recuperación del empleo formal y de calidad, dejando de lado ese falso imaginario de que con solamente las transferencias monetarias basta para garantizarle a las personas un mínimo vital que les permita desarrollar sus proyectos de vida.
Preparando el desayuno de esta mañana con los doce huevos a $1.800, concluí lo de siempre: la solución debe resolver el desequilibrio fiscal histórico, agravado por las necesidades de aumentar el gasto público en razón a la pandemia y, más aún, por las eternas dificultades en el recaudo y la alta evasión. Finalmente, debo advertir que esta reforma propone un sistema tributario que puede acrecentar la desigualdad en vez de mitigarla, ¡cuidado con eso!