Por: Lina García Gañán
En las últimas semanas el país ha sufrido una oleada de terror inaceptable, desde el atentado a la Brigada Militar 30 en Cúcuta, hasta el ataque al helicóptero en el que se movilizaba el presidente Iván Duque en el Norte de Santander, pasando por el terrorismo urbano que ha incendiado las calles de las principales ciudades del país, con el pretexto de la movilización social, solo por mencionar algunos hechos recientes.
Esta situación nos debe hacer reflexionar como sociedad, pues vemos que la violencia, el ataque al otro, la piedra, el fusil y la capucha, se han tratado de imponer en aras de una supuesta lucha por la reivindicación, tratando de forzar al Gobierno a una “negociación” con estos agentes desestabilizadores y propiciadores de agresiones contra la institucionalidad.
¿Es esta la Colombia que le vamos a dejar a las nuevas generaciones? ¿Un país en el que una bandera ideológica se convierte en excusa para infringir dolor, caos y muerte?
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Acertadamente el presidente Duque ha mandado el claro mensaje de no negociar con grupos terroristas ni con encapuchados mientras persistan actos violentos, y es aquí donde está la clave para no repetir la espiral del terror; no se puede legitimar la violencia bajo ningún pretexto, porque siempre van a existir excusas para querer imponer un punto de vista sobre otro a como dé lugar, y si no acabamos de raíz ese círculo vicioso, la amenaza del terrorismo va a estar siempre a la vuelta de la esquina.
La democracia colombiana tal vez no sea perfecta, pero ciertamente no va a mejorar presionada por actos extorsivos. Lo que necesita el país es la participación masiva de una ciudadanía con deseos de construir y no de destruir, de participar, de opinar, de proponer y de ser agentes del cambio con hechos y acciones, y, sobre todo, con la convicción de rechazar la violencia venga de donde venga.
Colombia es un país lleno de oportunidades, con un pueblo totalmente talentoso, y debemos es buscar la forma de potenciar esos talentos individuales y colectivos para llevar desarrollo a todos los rincones del territorio, demostrándole a los violentos que no tienen espacio en el país que todos soñamos y por el que día a día nos levantamos a trabajar.