Luego de las recientes elecciones regionales, viene nada más y nada menos que sentar las bases y estructuras para la línea que se seguirá en cada uno de los gobiernos municipales y departamentales. Las personas que integrarán el gabinete son la ficha clave.
EDITORIAL
Nombrar un gabinete se ha vuelto cada vez más complicado. Antes veíamos que los cargos se repartían de inmediato a los equipos políticos que apoyaban las campañas, grupos puntuales en los que no se revisaba la hoja de vida, experiencia en cargos públicos o su reputación. Los que acompañaban las campañas o ponían dinero, eran los primeros en ser nombrados. Además, se incluía a quienes se montaban al barco de último o quedaban en el Concejo o Asamblea y buscaban hacer coalición; siempre terminaban con puestos de menos importancia pero enchufados en el Gobierno.
Ahora con más veeduría, exigencias y ojos encima, nombrar personas en los distintos cargos que tiene el Gobierno se ha vuelto complejo, no se puede nombrar a cualquier persona que no cuenta con la experiencia requerida para un cargo que maneja altos recursos públicos o que tiene un cargo que realmente necesita interlocución con algunos sectores de la sociedad.
Hoy son pocos los nombres de secretarios, gerentes, directores y funcionarios que se conocen a nivel nacional. Por ejemplo, sólo se ha conocido las condiciones de empalme en la Gobernación de Antioquia entre Luis Pérez y Aníbal Gaviria, ya que se han estructurado equipos pero no se han dado a conocer nombres claros, entonces se ha hecho de forma muy genérica.
Este primer gran reto plantea para los gobernantes una alta capacidad de selección, de arriesgar capital, relaciones políticas y empresariales porque habrá muchas personas que están esperando algo a cambio, por haber apoyado a algún gobernante y, en caso de que este no cumpla, podría empezar con el pie izquierdo.
El peor de los errores que puede cometer un mandatario es nombrar gabinetes de poco peso, gabinetes para un año, seis meses o dos años, que es lo que le ha pasado a la mayoría de gobernantes territoriales en la actualidad.
Dichos gabinetes han sido endebles con personas que no tienen mayor noción de la función pública, que llegan a aprender cien por ciento y no se atreven a mezclar experiencia con renovación, quieren enviar un mensaje de total libertad a sus electores nombrando gente que proviene de cero política y cero del sector empresarial. Este tipo de jugadas son altamente riesgosas.
De igual forma, se corren altos riesgos al hacer jugadas como la del presidente Iván Duque, que nombró su gabinete con personas provenientes del gremio empresarial por creer que estos podrían tener un buenas políticas en cada uno de los ministerios, pero el tiempo ha demostrado que no es así.
No solo se trata de nombrar personas de confianza y transparentes, sino personas con capacidad para que tomen decisiones y que hayan tenido, preferiblemente, experiencia en el sector público. Si se desea introducir personas nuevas, bienvenidos sean, pero no se puede hacer en un cien por ciento para una entidad o una secretaría. Hay que saber conformar equipos, y sobre todo, mandar mensajes a los ciudadanos que se van a gobernar.
Las victorias tempranas son carta de presentación inmejorable para su gobierno, detectar las debilidades y necesidades más urgentes que sus gobernados tienen, además, entregar un parte de confianza, tranquilidad y seguridad de que las políticas y el equipo que los va a acompañar, están a la altura de las decisiones que los gobernados esperan y que, son equipos de largo aliento que si bien, necesitarán la ayuda de todos, hay la plena confianza de que podrán nadar solos, aquí radica el reto para los gobernantes que vienen.