Se plantea que las nanopartículas contaminantes que respiramos pueden viajar por el torrente sanguíneo, contribuyendo a la generación de enfermedades cardiovasculares.
Por: Johan Sebastian Herrera Palacio
Los niveles de contaminación de las ciudades poco a poco van perjudicando nuestra salud, sumado a esto al ritmo acelerado que llevamos, terminamos acumulando consecuencias nefastas.
Recientemente, una investigación auspiciada por la Fundación Británica del Corazón, y publicada por ACS Nano, en el que se plantea que las nanopartículas contaminantes que respiramos pueden viajar por el torrente sanguíneo, contribuyendo a la generación de enfermedades cardiovasculares.
El estudio se realizó con pacientes que inhalaron voluntariamente nanopartículas de oro. En menos de 24 horas, las trazas del metal aparecieron en el torrente sanguíneo y en la orina de los voluntarios y permanecieron hasta tres meses después de haber sido expuestos.
«Lo que hemos descubierto nos permite sugerir que las nanopartículas ultrafinas, procedentes de la quema de combustibles y presentes en el aire de las ciudades, pueden seguir el mismo camino. Una vez llegan al riego sanguíneo, las nanopartículas pueden acumularse en puntos sensibles a lesiones vasculares», aseguró Mark Miller, profesor de la Universidad de Edimburgo.