¿Controlar la venta de carros y motos?

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Cuando se habla de “controlar”  es importante recalcar que no es igual a prohibir. Hoy Colombia y varias de sus ciudades principales registran unos números impresionantes en cuanto a venta de carros particulares y motocicletas.  En el 2014 se matricularon en el Registro Único Nacional de Tránsito (Runt) 326.028 carros y para las motos las cifras son aún más impresionantes;  cerca de 3,2 millones de hogares, aproximadamente 23,3% de la población nacional se moviliza en moto.

Según datos del Runt, 2’744.143 fueron fabricados en los últimos 15 años. Estudios afirman que en promedio el parque automotor de Colombia tiene 14 años. Algo alarmante, pues demuestra que las alcaldías no están comprometidas con avanzar en la chatarrización, si se tiene en cuenta que el promedio de antigüedad del parque automotor en países como Chile y Brasil es de 8 años.

Las motos representan un 54% del parque automotor en general, según cifras conocidas por agremiaciones y gobierno.  Aunque la cifra de 6.750.087 motocicletas en el país ya debe haber incrementado a la hora de publicar este editorial,  preocupa los efectos negativos que está trayendo la forma en que se están entregando no solo motos, sino también vehículos particulares.

“Venga por su carro y si no le gusta lo devuelve”, “Llévese su carro y lo paga en dos años sin intereses”, “Compra tu moto por tan solo $50.000 mensuales”; son algunas de las miles de promociones que cualquier ciudadano puede escuchar o ver en el país. No es nada más que una venta totalmente descontrolada, a la vez irresponsable y que tiene mucha influencia en las cifras negativas de accidentalidad.

A lo anterior va ligado la poca rigurosidad que se maneja en Colombia para entregar una licencia de conducción sea para moto o vehículo, hoy muchas personas suelen decir que: “el pase sale en un paquete de papas”, ante la clara ineficiencia para saber a quien se le está dando el poder de manejar en una carretera, cosa que no es un juego y que entra a ser protagonista de un campo donde las cifras de mortalidad son escalofriantes.

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En este asunto también tiene culpa el Estado, la incapacidad para construir sistemas de transporte público eficientes y decentes ha generado que las personas tomen la decisión de comprar más y más motos y vehículos. Montarse hoy en día en un transmilenio o cualquier bus de cualquier ciudad del país es una odisea, casi un safari donde las personas se ven constantemente expuestas a atracos, ultrajes, empujones y toda clase de cosas negativas.

El llamado de algunas alcaldías en los últimos cuatro años es a montar en transporte público y no en vehículos particulares, entiéndase motos o carros. El gran inconveniente del asunto es que primero que todo quienes dicen eso, lo dicen muy cómodamente desde dos o tres camionetas blindadas, con escoltas que facilitan su movilidad, lo que los hace ajenos al completo desorden que hoy tienen que vivir miles de Colombianos para movilizarse.

Hay ciudades que están invirtiendo en transporte público, claro que sí. Para muchas personas, Medellín es todo un ejemplo, aunque en aras de la verdad también está muy retrasada. Un metro que ya colapsó así lo nieguen e inversiones retrasadas y con sobrecostos, no han permitido avanzar en la medida correcta.

Bogotá es quizá una de las ciudades que más ha sufrido el flagelo del engaño, la incompetencia de alcaldes y la corrupción. Más de 60 años soñando con un metro, decenas de estudios contratados por cada nueva administración y desechos por la siguiente. ¿El resultado?, hoy la capital del país no tiene un solo tranvía, ni un monorriel, ningún metro ligero, tampoco un cable. Solo tiene un transmilenio que ya hizo agua, donde las personas no ven una solución sino un problema.

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Retomando el tema de la venta de vehículos, es momento que el Gobierno Nacional se siente con los alcaldes de las ciudades capitales y aborden este tema seriamente. Ninguna ciudad está lista para recibir la cantidad de vehículos que se están vendiendo, agravando la situación la nula chatarrización de vehículos que hoy son un estorbo.

Insistimos, nunca se habla de prohibir.  Acá el tema es mucho más grande de lo que se piensa. No sabemos hasta que punto los Colombianos que en su mayoría han accedido a prestamos si tienen la capacidad para pagarlos, no sabemos como se va a contener el crecimiento del parque automotor que está desbordado. Lo que sí es claro, es que los carros y motos no se pueden seguir vendiendo sin ningún control como se está haciendo hoy, entregando pases de conducción a la carrera y sin ningún sentido de responsabilidad ambiental, de calidad de vida y seguridad por parte de los concesionarios con las ciudades de Colombia.

Hoy la principal queja en las ciudades capitales son los “trancones”, muchas veces causados por accidentes donde se ven involucradas personas que recibieron su pase sin la menor exigencia de aptitudes para conducir una moto o carro. El resto, culpa de un crecimiento desbordado que ya infartaron las ciudades y no sabemos hasta que punto llegará.

Si no se toman decisiones, estamos muy cerca de parecernos a la India, todo por dejar pasar como si nada un fenómeno de descontrol y privilegio para unos pocos empresarios que hoy no tienen responsabilidad con el país.

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