Correr la línea ética para gobernar

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EDITORIAL


Nuestro editorial para hoy 14 de junio tiene que referirse, obligatoriamente, a los famosos petrovideos y a lo que allí se ha visto en distintos momentos de la serie de revelaciones que han hecho varios medios de comunicación. Y es que no importa cómo se ha querido hacer ver, si esto es una filtración, si esto es supuestamente una interceptación -que no lo es-, es simplemente una exposición de cómo una campaña está afrontando las elecciones presidenciales en Colombia, y hablamos de la campaña de Gustavo Petro.

¿Por qué? Colombia, actualmente, está asistiendo una vez más a campañas de desprestigio, las campañas absolutamente carentes de altura, de idoneidad moral y ética, y suponiendo que fuese imposible ganar en franca lid unas elecciones.

De las múltiples revelaciones que se han hecho, quizá la más grave de todas podría ser la de haber sido conscientes de que en esa campaña se estaba negociando con narcos, con extraditables, apoyo a cambio de no extraditarlos hacia Estados Unidos, cuando es algo no solamente que está incorporado en nuestra Constitución, sino que es un deber legal de la justicia colombiana.

En segunda instancia, claro que no se pueden normalizar que criminalizar, calumniar, difamar contra otros candidatos, destrozarles su vida, atacarlos integralmente con tergiversaciones, sea lo recurrente en una campaña política. Que se mencione sutilmente que se debe correr la línea ética, que se deben lanzar noticias falsas o peor aún que se deben quemar y anular candidatos simplemente porque son rivales habla muy mal de lo que sería un eventual gobierno de ese candidato.

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Cuando un equipo cree que todas las formas y las maneras valen para llegar al poder de esa misma forma van a gobernar, de esa misma forma van a utilizar los instrumentos de justicia, los instrumentos económicos, todo el poder que se les confiere al ganar una elección presidencial. Por lo menos la mayoría de los ciudadanos, creemos que no están demandando ni una dictadura de izquierda, derecha o centro ni mucho menos un régimen en donde quien no piense, diga o haga lo que el presidente de turno manda esté en riesgo y sea declarado un objetivo militar.

Antes de votar este domingo, los colombianos deberían fijarse si consideran que esa persona por la que van a votar es apta para el cargo, si dejarían los hijos con ese candidato, si lo meterían a un cargo directivo en su empresa, si creen que es un buen administrador, una persona responsable y ejemplar tanto en la vida privada como en la vida pública.

Esto no se trata de atacar a un candidato, y desde este medio de comunicación siempre hemos velado por preservar las buenas maneras, las formas y las costumbres de una sociedad civilizada aferrada a las convicciones y sobre todo a la legalidad. Acá, claramente, hay una campaña que juega entre la ilegalidad y la legalidad constantemente, 24 horas del día, siete días a la semana.

Creemos que a Colombia no le conviene un presidente que tenga esos comportamientos y que tenga un equipo tan tóxico y nocivo, que haya normalizado que pasar por encima de la honra de las personas está bien, es aprobado, es normal y lo peor de todo: que crean que la sociedad colombiana en su mayoría es ignorante como para meterle grandes corrientes de noticias falsas, tergiversaciones, manipulaciones para llevarlos engañados a las urnas.

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