¿Cuánto más debe aguantar la ciudad los efectos del vandalismo?

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Por: Lucía Bastidas – Concejal de Bogotá

Repetir que el panorama es incierto y preocupante no cambia la realidad que hemos enfrentado desde hace más de un año; todo depende en verdad de que entendamos que al afectar al país no nos dirigimos únicamente al gobierno nacional y local, nos afectamos todos y sobre todo a los más vulnerables. No se trata de estar en contra de la protesta, cuando es pacífica es legítima, pero si hay que levantar la voz y rechazar el vandalismo y violencia que acaba con la ciudad.

La realidad se comprueba con cifras, por ejemplo, las que evidencia la Encuesta Mensual para la Reactivación Productiva realizada por la Cámara de comercio a 691 empresarios de la ciudad, revelando que para marzo pasado el 30% de las empresas trabajaba a plena capacidad, sin embargo, para abril ya solo lo hacía el 8%; mientras que el porcentaje de empresas cerradas temporalmente pasó de 10% en marzo al 23% en abril.

La Cámara de Comercio de Bogotá reveló otra encuesta realizada a 1.015 empresas para medir el impacto del paro nacional en su labor y es lamentable ver que 316 tuvieron pérdidas por más de $10.818 millones, que han operado con el 40% de los trabajadores, que más del 50% llegó tarde a su jornada o no pudo llegar por bloqueos y protestas y el 78% de las empresas ha tenido dificultad para movilizar sus productos y mercancías.

Con la permisividad y garantías excesivas a quienes dañan, condenamos a la ciudad a la quiebra inminente. Si continúan los bloqueos y acciones vandálicas, el 35% de los empresarios manifestó que cerraría temporalmente, el 48% minimizaría sus costos de operación, 21% reduciría el personal y 6% cerraría totalmente. No se pueden exigir derechos cuando estamos limitando o la mayoría. De acuerdo con Fenalco, se calcula a nivel nacional pérdidas por $880.000 millones para el comercio; en el caso de Bogotá, las ventas del comercio han caído en un 90% y se calculan pérdidas por más de $50.000 millones. Los generadores de empleo están siendo los afectados un comercio que lucha por sobrevivir, que está comprometido con Bogotá y por el que reclamamos solidaridad y empatía. Solo piden poder trabajar.

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Sin movilidad y el daño lo pagamos todos

Es inaudito que en 21 días de protestas, las pérdidas para TransMilenio lleguen a casi $19 mil millones, por la violencia con la que ha sido atacado por vándalos en todos los aspectos. Somos testigos de los daños en portales, estaciones y buses que con la falta de operación por los destrozos afectan a más de 500.000 usuarios cada día, personas que no han tenido otro remedio que caminar, pagar otras alternativas como bicitaxis, taxis, u otro tipo de transporte público para cumplir con sus necesidades. Los costos estimados por los actos vandálicos en la infraestructura del sistema ascienden a $18.523 millones que todos los bogotanos debemos pagar y que además se calcula, tardarían ente tres y seis meses en ser reparados.

Solo para darnos una idea de todo lo que ha acarreado el vandalismo, veamos el reporte de daños que menciona que de 2.357 buses troncales (buses rojos) que tiene el Sistema, han sido vandalizados con alguna afectación 660; en el caso de los buses del zonal del SITP que son 6.200, han presentado alguna afectación 407, 5 de estos incinerados y un total de 36 buses, entre rojos y azules, totalmente destruidos.

En lo que tiene que ver con las estaciones y portales con las que cuenta en Sistema que en total son 142, 105 sufrieron algún ataque, 61 de ellas con daños considerables y 53 que están sin operación, impidiendo el legítimo derechos a la movilidad de miles de ciudadanos y condenándolos al aislamiento obligatorio, no por la pandemia, sino por la violencia de quienes con amenazas bloquean, perjudicando sus trabajos e impidiéndoles incluso asistir a sus citas médicas o de vacunación por Covid-19.

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Es aquí donde nuevamente hago el llamado de las autoridades competentes a recapacitar y tomar medidas contra la flagrante violación a los derechos fundamentales de los ciudadanos que deciden o no quieren protestar, de quienes claman por retomar la normalidad de sus labores en aras de salir lo más pronto posible de la crisis y no alargarla más. La protección de derechos debe ser para todos, sin importar si participan o no de las manifestaciones. Y reitero: Una cosa es la protesta pacífica y otra muy diferente el vandalismo que se tomó a Bogotá bajo la mirada expectante de los organismos de control y de la Alcaldía de Bogotá.

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