Cuatro años cruciales

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Por: Alberto Bernal


Dios mediante este martes estaré presenciando en vivo y en directo cómo el presidente Santos le transfiere el mando al presidente Duque. El equipo del presidente electo tuvo la gentileza de invitarme a participar en este evento histórico. Me hubiera también encantado poder ser miembro del gabinete del presidente Duque, pero por razones personales en este momento no se pudieron concretar las cosas. Igual pienso acompañar a este gobierno de cerca para ejercer mi labor patriótica de ponderar las buenas decisiones y aconsejar cuando sienta que se están cometiendo errores. Considero que el equipo que acaba de nombrar el presidente Duque es impecable. ¿Qué me dicen del ministro Uribe, o del ministro Botero? ¿Qué me dicen del ministro Malagón, o de los viceministros Pardo y Rodríguez? ¿O de la ministra Suárez? Tecnocracia en su máxima expresión, algo muy importante porque las batallas que se vienen son titánicas.

La necesaria reforma fiscal, por ejemplo. Les paso un par de números para que caigan en cuenta de lo que hay que cambiar: durante 2018, el Estado colombiano va a gastar $919.000 en atender un enfermo, gastará $3,9 millones en educar a un niño y gastará $19,6 millones subsidiando una pensión. Mejor dicho, el Estado va a gastar 21 veces más pagando pensiones que atendiendo el costo de lidiar con los enfermos. Otros números absurdos: durante 2018, el Gobierno Nacional va a gastar $41,2 billones en fondear 2,1 millones de pensiones en un país donde hay más de 6 millones de adultos mayores, y va a gastar solo $1,9 billones en agua y saneamiento, que beneficia a casi 10 millones de personas. O este número: el Estado va a gastar $1,4 billones en darle algo de sustento mensual a 1,5 millones de adultos mayores para evitar que caigan por debajo de la línea de indigencia, mientras gasta $41,2 billones en subsidiar 2,1 millones de pensiones.

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Por esta razón es que una parte fundamental de la reforma fiscal es atacar las inequidades del sistema pensional colombiano. La realidad es que el sistema de pensiones de reparto (el público) se ha convertido en un sistema perverso, debido a los altos niveles de informalidad que existen, al incremento de la longevidad, y a la impresionante caída en la tasa de natalidad que se ha evidenciado en los últimos años, implicando que ya no hay suficientes jóvenes subsidiando las pensiones de los mayores, el sistema de reparto está colapsando. Además, como el sistema está tan mal diseñado, bajo el modelo actual en algunos casos el gobierno subsidia la pensión de un individuo que se retiró con un salario alto hasta por $1.000 millones durante el periodo de la pensión. Esto es una aberración cuando hay tanto niño pasando hambre en Colombia.

No se puede separar la reforma a las pensiones de la reforma fiscal, porque las pensiones son el mayor problema que afronta el fisco colombiano. Hay que trabajar en incrementar la cantidad de gente que cotiza para pensión y de esa forma reducir los subsidios del gobierno central a las pensiones; toca entender de una vez por todas que el régimen de pensiones de reparto es inviable porque la población se está envejeciendo; por último, toca cambiar la fórmula que se usa en Colombia para calcular las pensiones que recibirán los futuros pensionados. Toca ajustar la fórmula porque NO PUEDE SER que la pensión máxima en Alemania sea de cerca de US$2.100 al mes cuando en Colombia es de cerca de US$5.900.

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