Cuatro preguntas

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POR: CECILIA LÓPEZ MONTAÑO


Muchos nos preguntamos en estos momentos de incertidumbre, cómo una persona que sacaron de su alta posición como Procurador por procedimientos inadecuados, ahora resultó asumiendo la vocería de una parte de la sociedad. ¿A qué horas y por qué sucedió esto, cuando amplísimos sectores han padecido sus intransigencias, rechazan sus posturas y, en general, no comulgan con sus terquedades religiosas en un país laico? Pero sus errores le están costando al país, como su persecución a Piedad Córdoba, porque se le deben pagar los sueldos no percibidos por ella durante el tiempo que Ordóñez la sacó del Senado y le quitó sus derechos políticos.

Su última genialidad tiene absolutamente enfurecidas a las mujeres, con razón. Su petición de sacar del Acuerdo de La Habana el “enfoque de género” es lo más inconcebible de todas las peticiones posibles. Estas palabras simplemente se traducen en que en esta sociedad patriarcal se reconozcan las demandas específicas de las mujeres para empezar a nivelar su situación con respecto a la de los hombres. Pero no, detrás de esto está la extraña fobia del señor Ordóñez, con todo lo que tiene que ver con inclinaciones sexuales de los individuos que se alejen de lo que su sabiduría considera normal. ¿A qué horas los colombianos nos ganamos las consecuencias de un poder personal, difícil de comprender para muchos?

Pero la pregunta del millón es: ¿cómo es posible que una campaña como la del uribismo por el ‘No’, que se desnudó solita y que demostró una política sucia, mentirosa y manipuladora, es nada menos que el freno, como lo reconoce el New York Times, para lograr el Acuerdo entre el Gobierno colombiano y las Farc? Es entendible la situación y actuación del presidente Santos que, lleno de paciencia, ha escuchado a los del ‘No’, incluyendo a Uribe y su grupo. Sin embargo, ¿por qué la sociedad se ha tragado ese sapo sin mayores cuestionamientos?, ¿simplemente porque el expresidente Uribe está detrás de esa campaña?

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Y otra pregunta, ¿por qué les incomoda tanto a todos los del ‘No’ el punto uno de La Habana sobre Reforma Rural Integral? Afirman, como lo hace el expresidente Pastrana, por ejemplo, que este punto representa un nuevo modelo de desarrollo rural cuando de lo que se trata es de darle prioridad al pequeño y mediano campesino, ignorado por décadas en el país, especialmente por el Estado y los grandes latifundistas. Contrario a lo que afirman, nunca se excluye la posibilidad de la gran agricultura y se reconoce que la responsabilidad del Estado es darle al sector privado reglas claras, pero no subsidios, como hasta ahora. El tema de la concentración de la tierra y la brecha entre los habitantes del campo, que son minifundistas, y los de las ciudades, son dos de los más graves problemas que arrastra la historia colombiana. Precisamente en estos temas se encuentran muchas explicaciones de los ríos de sangre que siguen corriendo en Colombia.

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